Dejé tu voz enredada en el viento, para que no me confunda si algo siento; la dejé encerrada en la botella de fierro, la dejé tirada y ya no la encuentro.

Dejé tus ojos en una caja invisible, para que tus bellos marrones no penetren lo temible; los dejé plasmados, los dejé frígidos, y los dejé con las hiel en tus manos visible.

Y dejñe tus labios sofocando el ocaso, durmiendo anestesiados bajo el sol de invierno; los dejé solos y solos te los llevo, te los llevo rechazados, y no sé si lo lamento.

Sólo sé en esta hora, de lo que nada veo, solo el ciego murmullo de tus frases al viento; solo se que en este tiempo de soledad y desmiento, solo se ahora, solo se que TE QUIERO.