SE BUSCA MUJER DE 23 AÑOS DE EDAD. VISTE PANTALON DE MEZCLILLA DESLAVADO Y CAMISETA DE TIRANTES GRIS CON LETRAS BLANCAS AL FRENTE. MIDE 1.60 MTS DE ESTATURA, ES DE COMPLEXION DELGADA, USA LENTES ANARANJADOS QUE CUBREN SUS VIVOS OJOS DE COLOR MIEL. LE FASCINA COMER CANELONES.

PARA MAYOR INFORMACION, COMUNICARSE AL TEL. 481-19-OO EXT. 116, EN EL DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL DE LA POLICIA MUNICIPAL. SI USTED RESPONDE AL NOMBRE DE PAOLA Y CONCUERDA CON ESTAS SEÑAS, LE ROGAMOS LEA LA INFORMACIÓN QUE SIGUE A ESTE AVISO:

Hola, Paola:

Sé que esto te puede sonar a chifladura, pero te pido, por favor que me des unos minutos para explicarte esta situación y para que sepas porqué he hecho esto.

Hoy estuve pensando en ti, más de lo normal y me irrité. Es difícil no hacerlo cuando la vida se me va en querer encontrarte. Claro, que, a veces, la espera no es la mejor herramienta para buscarte.

He vuelto a pintar, sin embargo ahora es con un objetivo distinto. Probé con recortes de periódico, pero no me gusta esa textura que el papel trae consigo. Creo que tu retrato debe ser digno de tu belleza.

A veces, me gusta pintar tu cabello ondulado, como la primera vez que te vi en mis sueños, en aquel pueblo abandonado. Aunque, debo confesar que sé que te gusta más el pelo liso. Pero es que esa piel trigueña tuya, que no se decide entre morena y canela, me trae los pensamientos enmarañados.

Ya sé que la situación en sí no es muy común que se diga, por el tiempo que tengo de conocerte, pero debo serte sincero: aún no sé cuál es el tono de tu voz. Ironías de la vida, sobre todo cuando ya tenemos una niña de cinco años. Sé que eso es solo en mis sueños, claro, pero es nuestra. Y por eso estoy harto. Ya no quiero tener esas breves nociones de ti. Te quiero de carne y hueso, no de nostalgias sin contenido.

Ayer, me pareció estar cerca de verte, de saberme dueño de una respuesta cierta. Te vi, sé que suena raro, pero es cierto. Estabas junto a una de las ventanas del autobús que daba a la estación y me sonreías, es más, levantaste la mano, como diciendo adiós.

No sé porqué no reaccioné en seguida. La risa inundó mis labios y te juro que sentí ganas de correr y de llorar. Está bien, lo admito. Lloré, pero solo fue una larga y tortuosa lágrima, nada más.

Sé que te preguntarás por qué no salí a tu encuentro entonces. Yo también me lo pregunto. Quizá fue miedo a que fueras una sombra más en mis anteojos. O, tal vez, es la inseguridad, de que al tocarte, no seas eterna ni verdadera, como cuando despierto, luego de estar soñando contigo.

No sabes qué difícil es estar así, imaginándome que te voy a encontrar un día en el metro, o en la calle, caminando en medio de la gente. Y, si llega ese día, que no me canso de repasar en mi mente, tal vez solo me pare frente a ti, sin poder pronunciar ni una palabra, y te deje pasar de largo, o quizá te embista con un abrazo y tú grites, en busca de auxilio. No lo sé. Por ahora, antes de que sepa cual será el argumento de esa escena, prefiero preocuparme por encontrarte.

Hoy pondré tu retrato en los periódicos, junto a esta carta. Parece una locura, lo sé, sobretodo si conozco las posibilidades de que alguien responda a este anuncio. Pero, en cambio, no quiero ni pensar qué pasará sí alguien llama a la puerta, luego, diciendo que eres tú. No sé que haré. ¿Tú qué harías en mi lugar?

Tal vez quieras que te de espacio y tiempo, o que te cuente de mi dolor y que te amarre a mis besos. Suspiro. Ojalá y la vida fuera tan fácil como escribir una carta y que así se resolvieran nuestras existencias.

Bueno, Paola,- no me preguntes cómo, pero entiendo que respondes a este nombre -, solo espero no haber equivocado ningún dato respecto a ti. Rezo por que, sí lees esto, des con la dirección de mi apartamento. Estoy ansioso y desesperado. Espero que me entiendas...

Yo sé que esta situación parece poco creíble, pero es cierto. Si llegas interesarte en conocerme, ve al edificio que he indicado en el anexo. No tengo muchos amigos que digamos, pero todos me conocen, por mi obsesión contigo, sabes. Tú solo pregunta por Diego, el de los labios de papel.