La salvación sólo estaría en ella... Cuando abrió la puerta quedó atónita ante los criminales. Entonces las balas traspasaron esos muros de privacidad; un olor a sangre rodeó su cuerpo, mientras la muerte flotaba en el ambiente. Los asesinatos familiares se sucedieron demasiado repentinos como para reaccionar. Testigo de su trágico final fue esposada, cubierta con una bolsa de plástico y obligada a tragar las llaves...
En la pared, el mensaje yacía perversamente escrito por manos ejecutoras: Cada uno de nosotros será su propio carcelero...
Dicen que esa particular secta inmersa en los uniformados nunca dejó de actuar en la ciudad...
(Esa idea de hacer tragar las llaves de las esposas no es mía, sino que viene de años ha)