Romance de El Malevo
(Jorge Cafrune)
Yo no atrancaba la puerta
de mi rancho, ni durmiendo;
¿Pa' que?. ¡ Si del lao de ajuera,
por malo que juese’ l tiempo,
la enrejaba de colmillos
el coraje de mi perro ¡.
Cimarrón; medio atigrao.
Lo hallé perdido en las sierras,
boquiando de agusanao.
¡ Malo, como manga’e piedra.
Tuve que trairlo enlazao
pa curarle las bicheras.
Y...a’í se quedó: aquerenciao.
Compañero de horas lerdas...
Trotiando abajo’el estribo,
¡ ni calculaba las leguas ¡,
y ande afluejaba la cincha,
se echaba a cuidar las priendas.
Eso sí, ¡ Muy delicao ¡...
¿ Manosearlo ¿, ¡ Ni le cuento ¡.
Se ponía dí ojo estraviao,
y se l’erizaba’l pelo.
Con que... tenía bien ganao
su apelativo: ¡El Malevo!.
¡Qué animal capacitao
pa’l trabajo en campo abierto!.
¡Había que verlo al mentao,
trajinando en un rodeo!...
De ser cristiano, ¡clavao
qu’era dotor aquel perro!.
¿Yo echar tropilla al corral ¿.
Le chiflaba entre dos dedos,
y embretaos en el chiflido,
me los traiba, clin al viento;
¡ y era un abrojo, priendido
a los garrones de un trueno ¡.
Una vez, bandiando tropa
con much’agua en el Riu Negro,
caí quebrau de un apretón
entre un remolino e’cuerno,
y me ganó la mollera
l’escuridad y el silencio...
Cuando volví’abrir los ojos,
cruzaba una nube’l cielo...
Gemidos y lambetazos
llegaban como de lejos...
¡ Redepente, compriendi ¡.
Medio me senté en el suelo,
pa' darle las gracias:
"¡ Hermano ,
d’esta, te quedo debiendo.
No me halla ni el pan bendito
sino me sacás, Malevo ¡".
¡ Y una inmensa gratitú
se me atracó en el garguero ¡.
Güeno; la cosa pasó.
Yo dentré pa'l casamiento.
Hice l’horno, la cocina...,
Mi rancho estiró un alero,
y en su chúcara clinera,
charquió el arroró, y el rezo.
¡ A los dos años gatiaba
mi gurí sobre un pelego ¡.
O andaba por guardapatio
priendido a la cruz d’el perro;
¡ah!, ¡ porqu’el me le sacó
las cosquillas al Malevo ¡.
... Lo habrá tomao por cachorro
de su cría, el pendenciero...
Le soportaba imprudencia,
se priestaba pa'su juego,
y ande amenazaba cairse,
¡ se l’echaba bajo’el cuerpo ¡.
La cosa jué tan de golpe,
que hasta me parece cuento...
Jué dispués de un mediodía,
como pa' fines d’enero:
Yo me había echao en el catre
pa' descabezar un sueño;
La patrona, trajinaba...
prosiando con el borrego;
y un redepente, aquel grito,
como de terror: “¡Rosendooo!”.
Y ya me pelé pa'l patio
manotiando el caronero.
Ella, estaba contra l’horno,
tartamudiando en silencio;
tenía al gurisito, alzao,
tembloroso contra’l pecho;
y avanzando, agazapau,
como una fiera, ¡ mi perro ¡.
¡ Enseñaba los colmillos
como puñales ¡. Los pelos
se le habían parao di un modo,
que costaba conocerlo;
y ¡ en las brasas de sus ojos
se habían quemao los recuerdos ¡.
De un salto me puse enfrente:
le pegué el grito: “¡Malevo!".
Lo vi soltar una baba;
"¡Está rabioso, Rosendo!".
"¡No te me acerques, hermano!.
¡Echá p'atrás!. ¡Juera perro!".
Redepente, me saltó:
ladié pa'un costao el cuerpo,
sentí cono que la mano
lo topaba contra el pecho
y cayó; cuasi sin ruido;
como una jerga en el suelo...
...Cuando lo miré, los ojos
se le habían puesto muy güenos,
¡ cómo dándome las gracias,
se le acortaba el resuello ¡.
Se arrastró, lambió mis pies,
y... me brotó un lagrimeo:...
"¡No tenía pa'elegir,
hermano!. ¡Estabas enfermo...,
¿sabes?. ¡Jué pol cachorro!.
¡De nó, no lo hubiera hecho".
Menió la cola una vez,
dos veces, y ¡ quedó muerto ¡.
Por eso, es que desde entonces
no me gusta tener perro;
y cuando voy de a galope,
me parece que lo siento
seguir abajo’el estribo,
¡ trote y trote, por el tiempo ¡.
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