Al exilio en la otra acera.
Al exilio en la gris esquina.
Al exilio se fue el sol, al exilio
la vida que se quedo sin justicia.
Murió el arco iris de colores,
ahora sólo en gris y negro yace.
Huesos en el hoyo más profundo,
humedad en la hondura más oculta,
en el averno silencioso e insondable
de la infamia más inmunda y misteriosa.
Ya no vendrá la primavera, morirán
los colores orgullosos, se seco la última
flor el otoño pasado y tácita cayó
sobre el arrogante pavimento de
lágrimas henchido.
Se forjarán cadenas nuevas, sujetarán
las alas de los ángeles y acostado
en el cielo, Dios, mirará a otro lado,
se ha cansado de segundas oportunidades,
ahora sólo duerme la siesta y juega al
golf con el diablo, en la lucha más antigua
del mundo, bien sabe Él que le ha ganado
la partida.
Mientras en la Tierra, come el hambre
hasta los huesos, acabó la guerra con
los fusiles, los niños son peones adoctrinados
en un nuevo juego de ajedrez.
Mientras, mientras...mientras la humanidad
soporta la aleve programación vespertina
esperando la hora de máxima audiencia.
En un no sé donde, no sé cuando, escuadrones
de muerte peinan la ciudad infesta bajo
el amparo de los ojos de la oscuridad inquieta.
Gritos, sangre, el agua bendita de los
desheredados que comulgan con la indiferencia
y los cartones.
"No os desanimeis" promulgan en un callejon,
"ya viene el nuevo Dios": el vacio.
Y ahí tenéis a su profeta.
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