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DESPERTAR

Estaba sentado en el antejardín de mi casa fumándome uno de esos cigarrillos que te hacen pensar, cuando mi gran amigo Isaac Mauricio (I.M.) se acercó y me dijo tener un gran secreto que quería compartir conmigo. En esa época yo tenía muchos problemas con mi familia, estaba peleando con ellos y no era mi mejor momento en la U, asi que cualquier cosa que me cambiara el ánimo me parecía interesante.
Fuimos a su casa para ver el gran secreto. En el sótano tenía un brincabrinca y además un juego de parqués. Me preguntó si en realidad quería cambiar todo eso que me estaba pasando. Mi respuesta fue obvia y de inmediato nos dirigimos al patio de su casa con el parques y el brincabrinca. Me brindó entonces un café que sabía rarísimo y un resto de porquerías que sin pensar por mucho tiempo decidí consumir. Me imaginé que ese era el gran secreto de I.M. ya que el se caracterizaba por facilitarme ese tipo de mercancías de mala muerte.
Empezamos a jugar y de pronto el juego me empezó a resultar mas y mas divertido; en un momento las fichas comenzaron a cambiar de color y empecé a ver miles de números en el tablero. I.M. me dijo que se acercaba el momento de no retorno y que si quería saltar fuera del barco lo hiciera, pero yo por supuesto ya estaba muy loco como para abandonar ese “jueguito”. Entonces I.M. me dijo que podíamos ir a otra parte, otro momento, otras situaciones, otras caras, algo asi como otra dimensión, un futuro, el futuro.
Me decidí y dije que si. Acto seguido me dijo que el último paso era saltar en el brincabrinca. Saltamos juntos y todo empezó a dar vueltas, mi cuerpo parecía permanecer cada vez mas tiempo en el aire y de pronto sentí una vibración muy rara en el aire y caí muy duro.

Al abrir los ojos vi a mi amigo. Me dijo que lo logramos. Estábamos 150 años adelante y sin embargo me di cuenta que todo parecía igual pero con una sola diferencia: nevaba. I.M. estaba feliz de la pelota. Decidimos celebrar y bebimos como locos unos 17 días de corrido hasta que nos cogió la policía un día por meternos con unas mujeres de dudosísima reputación que resultaron tener como guardaespaldas a una sabandija que casi nos mata. De hecho la policía nos salvó el día, de otro modo estaríamos nadando con los peces, pienso yo.
Como sea, esa fue una de las tantas cosas que nos pasaron en los dos años que estuvimos ahí, en ese futuro, en esa dimensión en nuestra nueva vida.
Cansados ya de la rutina de no tener nada que hacer decidimos un buen día dizque volver al pasado. Para eso tuvimos que encontrar café (estaba prohibido en esa época), el parques y el brincabrinca. Según I.M. la maquinita del tiempo que se había inventado solo necesitaba esos tres elementos y que el resto de maricadas que me dío la primera vez era para meterle picante a la vaina.
Hicimos la rutina y en efecto, llegamos otra vez al pasado. I.M. se fue para su casa y yo para la mía. Si, todo era como antes; bueno, al principio. Después de un corto tiempo me di cuenta que mi mamá, mi papa, mis hermanos, todos, parecían iguales pero no, tenían una pequeña diferencia, eran mucho mas felices. No duré ni una semana en mi casa cuando sentí la necesidad de hablar con I.M. No me sentía bien. Cuando llegué abrió su mamá y muy interesadamente me preguntó muchas cosas y hablando y hablando ella me mostró un aparatito, lo puso justo en mi cabeza y me mostró un número que se divisaba en aquel raro objeto. Decía 471. Ella muy sorprendida, se quedo un momento callada y luego me dijo que ya entendía todo. Me explicó que ese aparato ella lo usaba para adivinar la edad y que con eso ella averiguaba la edad de sus amigas. Me dijo que en una de las travesuras de I.M. el se había ido al pasado 450 años atrás y no había vuelto desde hacia ya varios añitos. Supuso que en el pasado me conoció y nos hicimos amigos y como ya quería volver a casa, el niño se trajo a su amiguito.
Entonces, si eso era verdad, en lugar del pasado lo que I.M hizo fue ir otros 300 años adelante para volver con su familia.
Eso me desconcertó pero al mismo tiempo me puso a reflexionar mucho. I.M. teniendo la posibilidad de hacer lo que quisiera prefirió volver con su familia que quedarse en el mundo viviendo sus aventurillas.
Al ver a mis padres ahí, en la otra casa, riendo, siendo felices, mis hermanos sin discutir, me cuestioné si volver era lo mejor y me dije después de pensarlo mucho que mi corazón estaba 450 años atrás y que aunque esta familia era perfecta, la que amaba no estaba conmigo. Decidí que era hora de regresar.
La mamá de I.M. me insistió en apresurarme porque él iba a despertar y como es tan caprichoso no me dejaría usar su maquina del tiempo. Corrí al patio y mientras saltaba, vi a I.M. salir por la ventana y extrañamente no hizo nada; solo se quedó ahí, movió su mano, me sonrió y mientras él sonreía, las lagrimas empezaron a escapar y entre la imagen de I.M., mi compañero de aventuras, y mis padres abrazándose, me desvanecí de esa historia.

Caí al suelo y de pronto me encontraba en una cama, abrí los ojos y lo primero que vi fue a mi hermana. Ella parecía haber visto un muerto. Y asi fue, había pasado 2 años en coma profundo y un día...desperté.


Texto agregado el 12-03-2007, y leído por 95 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
31-05-2007 Me gusta la historia, quizá demasiados nexos al narrarla que la ralentizan un poco. Pero vaya¡ que puedo decir yo. Buena historia burbuja
 
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