Me encontré dentro; aterrada; compartiendo ese enorme laberinto de imágenes veraces. Borbotones de sangre bañaban nuestros cuerpos. Ella era como todo mi ser; yo, el reflejo de sus limitaciones. Bajo un hermético silencio me hice cómplice, y así, responsable de esos instantes. Si yo era la que meditaba, debía también guiarla hacia un futuro no lejano, pensé. Fue cuando la compuerta se abrió, para expulsarnos juntas.
Y aunque el tiempo ha pasado con premura seguimos siendo inseparables; la recuerdo como una simetría de mi sombra; enfrentada; muda; adormecida...
Dicen que entre gemelas una es dominante; la otra intuitiva. Me pregunto entonces ¿Ahora quién seré?, mientras medito acerca de nuestro paradero, esparciendo sus cenizas sobre el mundo...

Ana Cecilia. ©