Una vez q todos pararon frente a la luz roja, la horda se desarmo y, como verdaderos orcos, uno a uno se abalanzaron conn una botella espumante en una manoy empuñando a algo parecido a una ballesta en la otra. De nada sirvio q con la mano dijera que no. Nada impidio q la manchara la esquina superior izquerdo del parabrisasde su deportivo con su asquerosa agua espumosa y, acto seguido, la limpiara con un trapo de dudosa asepsia. Pensaba en como estaba mejorando en el golf, ademas de los buenos contactos y nuevos pacientes que estaba obteniendo de su nueva aficion. Se arrellano en su asiento de cuero negro y como un caballero de alguna corte del medievo, observo la procecion de los juglares de cara pintada y ropages de colores, que habian convertido un pasatiempo en una manera de ganar dinero, haciendo malavares con pelotas y palos encendidos. Penso en los sacrificion y privaciones que habia teniado que pasar para llegar a donde lo habia hecho y sintio un orgullo q rallava la vanidad. Luego, la diviso a lo lejos. La lentitud y la manera como arrastra sus piernasen un envano intento por avanzar fue lo primero q llamo su atencion. Escudriño en su cara y en sus movimientos, haciendo memoria de sus clases de neurologia durante su paso por la univercidad, antes de que "el sistema" lo absorbiera. Intento decifrar si aquello que veia correspondia realmente a un sindrome conocido o era una farsa de otro menesteroso buscando una manera facil de ganarse la vida. Absorto en el proceso de diagnostico, no se dio cuenta de que ella ya estaba frente a su ventana, suplicando con los ojos sin nisiquiuera prononciar la palabra "moneda". "No tengo nada, señora", le dijo, levantando lod hombros y en voz alta, apesar de que el vidrio de su ventana inpedia escuchara su voz o el sonido de la musica celta q sonaba en su radio. Por un segundo hiso un acto de introspeccion, mirando hacia dentro, y se dio cuenta de que, aun sin saberlo, no le habia mentido con su frase.