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Entró por la puerta sabiendo que todos la iban a mirar. Teñida de rubio casi blanco, caminaba lento, disfrutando de su momento de gloria, meneando su cola de manera alarmante, el escote llamaba la atención. Iba de la mano de un tipo, de esos ricos que hay por ahí dando vueltas, no tanto como los otros, los no tan ricos. Un hombre mayor, con entradas y pelo blanco, que la sostenía firme de la mano, llevándola con orgullo, como un desafío a su hombría en merma. Se sentaron en una mesa junto a la ventana con vista al parque. Ella hablaba tan alto, ¿qué necesidad de hablar tan alto? Y se reía, de una manera bastante grotesca, como diciéndoles a todos “mírenme, acá estoy para cuando quieran”. Él en cambio hablaba con vos suave y pausada, mirándola divertido. Se les acercó una moza, con cara de sueño, mal peinada y mal dormida; mal cogida también. Con vos fría les tomo el pedido apretando los labios para no largar una mirada de rencor hacia estas dos personas que apenas la miraban. Ella no se decidía, él ya sabía lo que quería. ¨Dale, nena¨, pensó la moza mientras mostraba una sonrisa poco creíble. ¨Que dormí poco y no estoy de humor para aguantar taradas con aires de duquesa¨. Pero la rubia no sabía si pedir una tarta de limón o una de chocolate y la moza ahí parada, mirándola fijo como para apurarla, que ilusión más tonta. Así parada y mirándola fijo tuvo tiempo de observarla, como también de sentirse chiquitita, sí muy chiquitita y feita, muy nadita, ante esa imagen que desprendía tanta sensualidad y belleza. Se acordó de su última imagen en el espejo del restaurante una media hora antes, de sus ojeras divinas, de sus raíces negras que aparecían bajo unos reflejos mal hechos. Claro, si sabía que le iban a quedar horribles, pero Nelly, la vecina, había insistido tanto, además Nelly tenía que practicar por que estaba estudiando para peluquera y bueno…un poco por ayudarla, otro poco para cambiar había accedido. Pero una vez más se preguntaba para que. Quizás para comprobar que ni rubia quedaba bien. ¨Una tarta de chocolate con dulce de leche y crema. ¿Me escuchas? una tarta de chocolate con dulce de leche y crema.¨, la de rubio perfecto ordenó finalmente. Anotó el pedido para huir rápido de ese lugar en donde sus odios, miedos se intensificaban. Llevo la tarta de ella, el café de él. Y no habían pasado ni 10 minutos cuando la falsa duquesa se levantó con la misma gracia con la que había hecho su entrada y con vos chillona le pregunto por el baño. La moza le señaló con el dedo, no hacia falta hablar ya que era la puerta de al lado. La de rubio perfecto se metió moviendo bien la cola, y dejando una estela densa de perfume. La moza se quedó ahí parada, embriagada del rico aroma, aturdida de tanta diferencia. Y así parada y sin saber mucho para donde disparar ahora, ya que sabía que aunque corriera su vida la alcanzaría, escuchó como desde dentro del baño salían ruidos de vómitos. A los 5 minutos la del escote volvía aparecer más radiante que antes, más perfumada si es que eso era posible, con una sonrisa marcada en la boca a fuerza de apretar el lápiz labial y doblar las comisuras hacia arriba. ¨Pero si parece un payaso¨, pensó la moza, devolviéndole una sonrisa de simpatía esta vez. Y aunque sabía que estaba mal regocijarse ante la desgracia ajena, que eso le había enseñado de chiquita su padre, que en paz descanse, no pudo dejar de sentir una gran satisfacción. Y así la moza entendió que ella y la rubia perfecta no eran al fin y al cabo tan diferentes, ya que las dos, cada una a su manera, lidiaban como podían con su vida, con su historia.

Texto agregado el 11-03-2007, y leído por 114 visitantes. (5 votos)


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