Después de varias semanas sin subir ningún texto por falta de tiempo, os dejo este microcuento para que me déis vuestra opinión, la que valoro enormemente, como ya sabéis.
Rutina
De nuevo llegó a la intersección que cruzaba diariamente. Podía resignarse, tomar el camino de la derecha y regresar a su condena de soldar piezas idénticas durante ocho horas. O algo podía cambiar en ese mismo instante.
Una sola oportunidad, una sola decisión. Ya estaba allí. Hacerlo era tan fácil como abandonarse a un paso y dejarse llevar. En su mente, los recuerdos continuaban acechándole: esos fugaces momentos de felicidad, como escuchar la lluvia caer dentro de la cama o reírse hasta que le doliera el estómago, se habían esfumado. Habían desaparecido con ella. Entonces su mundo se había desvanecido, al igual que él desaparecía en ese instante, envuelto en una espiral de tinieblas.
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- Veamos… sí, es éste. Gabriel Iriarte. Varón, 44 años, infarto cerebral. Un caminante dijo haberlo hallado inerte al pie de un pequeño cerro…
Despertó como movido por una fuerte sacudida. Sin embargo, al abrir los ojos, no había nadie a su alrededor. No sabía dónde estaba, ni tampoco supo si aquel hombre que se levantaba de la cama era él o su fantasma. Sólo sintió que volvía a vivir cuando aquella chiquilla, asomada a la puerta de la estancia, le dedicó una preciosa sonrisa desdentada.
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Dedicado a Gabri con muchísimo cariño |