Malena se sentía fea, horrible, con sus tetas demasiado grandes, su cola caída, su mirada perdida. Malena iba por la vida como de prestado, ella había caído ahí, no había elegido mucho, pero estaba y se movía, un poco como esas marionetas que hacen lo acordado por el libreto. Salvo que aquí no había libreto, solo una idea vaga de lo que debía hacer, decir, moverse, actuar, al igual que una muñeca para nenas, esas a las que cuando apretás hablan, repitiendo siempre lo mismo hasta que vuelven aburridas y entonces las nenas las reemplazan por muñecas mas divertidas, por que siempre pasa, siempre hay muñecas mas nuevas, mas coloridas, mejores. Bueno, Malena se sentía de las muñecas que se usan de vez en cuando, de las que se tienen guardadas arriba de todo, en un cajón lejano, por si viene alguna visita de la nena de la casa y para no darle un juguete lindo le dan a Malena, la muñeca fea, vieja. Pero ojo que el personaje de esta historia no es vieja, si solo tiene 17 años pobre cosita, que chiquitita que es, y ya sintiéndose tan mal. Pero vamos a ser buenos con ella y le vamos a dar una oportunidad para ver si se le va este sentimiento feo que la acompaña desde no se cuando. Pero solo una y vamos a ver si la capta, si pude ser viva y aprovecharla, ya que debe aprender desde ahora que la vida no es como los cuentos, color de rosa que nos contaban de chiquitos antes de irnos a dormir, una lástima pero es así. Así que mas vale que ella lo aprenda desde ahora, por que como dicen por ahí, cuanto antes mejor. Pero que oportunidad le podemos dar a esta chica, a esta beba de 17 años que sufre en silencio, por que sabe que llorar no le servirá de nada por que nadie acudirá a secar sus lágrimas, a mecer su cuerpo. Pero esta oportunidad, que podrá ser…quizás un viaje, quizás un premio, un auto, un cuento, un gorro, un árbol, un soneto, un cohete...Podemos darle cualquier cosa por que estamos en la tierra en donde todo es posible, solo por un rato, pero entonces le podemos dar a Malena desde lo más insignificante hasta lo más increíble, lo más fantástico…
Y es así que esta nena a la que crecer duele tanto tiene que ir a Rosario a visitar una tía enferma para acompañarla durante el fin de semana. Y mientras esta esperando el ómnibus de ida se sienta en un banquito de la terminal donde comienza a mirarse las uñas sin pintar, mal cortadas y sucias. Una señora aburrida la mira de reojo, sin sentir demasiada curiosidad por esta chica media gordita, morochita, tan normalucha, sentadita con la vista fija en sus uñas. Y al lado de esta señora hay un chico, en realidad mas que un chico un muchacho de uno 20 años, fumando un cigarrillo. Ella deja de mirarse las uñas absurdas y fija su vista en el…y se encuentra con su mirada. Un shok eléctrico le pasa por el cuerpo como un víbora, un encuentro de miradas de menos de un segundo, pero suficiente para que ella sienta un cosquilleo que le sube por la panza. Ahora Malena fija su mirada en sus uñas, sintiendo que el del cigarrillo la sigue mirando. Pero… ¿Podría ser que la siguiera mirando? ¿A ella que se siete la mas patito feo de todas, la reina de las Bettys la fea?
Por suerte abren las puertas del colectivo y la gente comienza a subir. ¨Asiento 29, arriba¨, le canta el chofer que le corta el boleto. ¨Asiento 29, asiento 29¨, va cantando ella como para no olvidarse, hasta llegar al asiento asignado. Otra víbora de electricidad le recorre el cuerpo, y entendámosla, es que le ha tocado de acompañante el chico del cigarrillo. Pero que injusto que es todo, por que no le ha tocado de acompañante una señora vieja, gorda y fofa, pero no, le tenía que tocar este joven bonito, aunque ni siquiera sabia Malena si era bonito o no, de tan poco que se atrevía a mirarlo. Y ella que se había comprado justito antes de subir unas tres barras de chocolate para comerlas durante el viaje. Pero ahora que este chico iba al lado ya no se las comería, que le daba vergüenza, que ya no podría lamer la barra, sacando la lengua bien roja y pasándola lentamente por el chocolate hasta que se fuera derritiendo. Y es que ella no sabe lo que podría salir de todo esto, ella no se imagina, nena boba que se lamenta por no poder comer unos chocolates. Y ahora, con que se entretiene ella que odia viajar, que el cuesta tanto dormir en los viajes. Cierra los ojos, pero no se acomoda para dormir, si tiene el cuerpo duro de lo nerviosa que esta, las manos todavía aferradas a su mochila negra, y sus piernas gruesas juntas, bien apretaditas, como si así lograra hacerlas menos visibles. Una pose de verdad incomoda, pero ella ni cuenta se da, que en lo único que piensa es en desaparecer, en hacerse aire. El ómnibus arranca y ella sigue así, con los ojos cerrados y el cuerpo tan tenso que ahora le duele. Es que con los ojos cerrados se siente a salvo, protegida en la oscuridad, nena tonta.
Y hubiera seguido así todo el viaje, quizás, pero como dijimos antes vamos a concederle una oportunidad, y luego ya la suerte estará echada y ya no correrá por cuenta nuestra. Y aquí va nuestra jugada, la única.
¨Perdón, se te cayo esto¨
Malena apenas entreabrió los ojos, para ver a su compañerito de viaje que le sonreía tendiéndole un papelucho.
¨Creo que es el pasaje¨ y el chico seguía sonriendo. Y si, era bonito, o por lo menos eso le pareció a nuestra elegida, al ver esos ojos oscuros que la miraban curiosos, ojos dulces, ojos de nene bueno.
¨Ah, gracias¨. Logró articular, mientras agarraba lo que el le ofrecía. Intentó guardar el papel con manos temblorosas, manos torpes que no lograban abrir el cierre de la mochila, cierre malo que no se deja abrir, que hace que algo que ya podría haberse acabado dure una eternidad. Y el joven que la seguía mirando, divertido de ver como ella no conseguía abrir un simple cierre de mochila y Malena estaba mas roja que la nariz de un payaso cuado al fin pudo abrir el cierre y meter el maldito boleto dentro.
Entonces hubiera cerrado los ojos nuevamente pero el joven, y en esto nosotros no tenemos nada que ver, le preguntó si quería mate, alargándoselo como para que así le sea mas difícil el negarse. Y ella iba a decir que no cuando su boca, quizás seducida ante esa sonrisa compradora, ante esos ojos que no dejaban de mirarla, pronuncio un si, apenas un susurro, pero tan solo eso bastó para su mano aliada con esa boca vendida tomara lo que el enemigo le ofrecía. Y el joven que seguía sonriendo, ¿Pero podía ser que siguiera sonriendo este chico? Y en esto nosotros tampoco tenemos nada que ver, que nosotras la sonrisa no se la alquilamos, para nada. Y así, mientras sus labios se torcían hacia el lado de la alegría le ofreció unos biscochitos de grasa que se había apresurado a sacar cuando ella había aceptado el mate.
¨Siempre me aburre mucho viajar por eso vengo bien preparado¨, dijo a modo de excusa ante la cara de sorpresa de ella. Claro que ella ni cuenta se daba de la expresión de su rostro, es que estaba muy perdida, mareada ante esa cara bonita que la miraba de forma tan amistosa. Cara con rulos, cara color te con leche, cara linda, cara que dan ganas de mirar y mirar, y mirar, cara que marea, cara que atrae, cara de chico, de nene inocente.
¨¿No queres?¨ Y entonces ella ya esta agarrando un biscochito, y el le comenta algo y ahora era ella la que sonreía y le pasaba el mate que el agarraba para verter agua. Mate que viene y va, biscochito que va y viene, hacen que el cuerpo grueso de Malena se relaje, que las piernas se aflojen, que la espalda deje de doler, que se estire en el asiento, que se acomode, que se ría de manera tonta. Hay sonrisas en ambas caras, hay chispas en los ojos oscuros de ambos. Es verdad que nosotros arreglamos el lugar de los asientos, y hasta quizás la caída del boleto, pero parece que la vida le quería dar una vuelta más de tuerca a esta historia. Lo cierto es que algo, vaya a saber uno que, llevó a este nene de rulos negros ofrecerle el mate con tantas ganas, a sacar biscochos y sonrisa, como para intentar tranquilizarla. Es que nosotros podemos planear algunas cosas pero otras se nos escapan, se nos escurren entre los dedos como arena blanca, por que si hubiera sido por nuestra jugada ella hubiera perdido la oportunidad. Quizás algún ángel bueno le quiso dar una caricia a esta nena que tan mal se sentía, ya que durante el viaje siguieron charlando. Así es como se fueron enterando que no vivían tan lejos, que les gustaban las mismas bandas de música, y que los dos amaban el chocolate, tanto es así que ella terminó regalándole una de las barras que se había comprado. Quien lo hubiera pensado, soñado, ella seguro que no. Como tampoco pensó al darle su teléfono que él la llamaría unos días después para invitarla al cine, y mas tarde para invitarla un helado, y luego a un recital y sin mas, un día, le agarro la mano, y al otro le pidió un beso, y a la semana le pregunto si quería ser su novia, así como en los tiempo de antes, por que los dos eran medios inocentes estos chicos, inocencia divina, inocencia tantas veces perdida. ¿Es que con esto se terminaron los días tristes de Malena? No lo creemos, pero si sabemos, nos lo contaron, que vinieron días mas felices para esta muñequita de cara oscura, días de sonrisas, días de sol. Y si la relación se termina, por que a veces esas cosas pasan, ¿Volverán los días grises para esta nena? Tampoco lo sabemos, no podemos asegurarlo ni decir lo contrario, pero no pensemos en cosas tristes ahora y disfrutemos de esto, de esta Malena bonita a la que cada vez mas la comisura de sus labios tienden a ir hacia arriba, hacia el cielo azul.
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