Últimamente, debido a la aparición de youtube.com, he estado revisando con mucha curiosidad lo que fue parte de mi gusto hace algunos años; la música que escuchaba, las ideas en las que creía, los movimientos artísticos a los cuales me abrí para recibir su influencia. Después de esos muchos algunos años veo mi gusto anterior de una manera más analítica, con otros ojos (que siempre son los mismos), termino por ver mis sentimientos de manera retrospectiva, hallando de qué manera soy o no soy el mismo, buscando en el fondo de mí si existe alguna autenticidad.
El movimiento punk nació en Inglaterra como una protesta por parte de los hijos de los obreros a un destino que se les tenía programado. Fue una reacción fuerte en contra de un sistema, en contra de una política y de un proceso de embrutecimiento que el sistema constantemente pretende imponer sobre algunas clases. Entonces todo explotó. El hijo de un obrero cuando se le quiere enseñar, cuando se le quiere inculcar, que su destino consiste en continuar la vida miserable de su padre se resiente y explota; y todo explotó, el detonante fue un talento. En términos marxistas podemos decir que los hijos de los obreros tomaron en sus manos los medios de expresión y eso se regó como fuego en una pradera seca (sonrío ante la idea de un país en el cual los más pobres son capaces de comprar instrumentos musicales y expresarse - una cosa incontenible, una explosión espontánea, fuera de toda norma y control... una cosa en sí). Cuando personas, clases enteras, toman en sus propias manos los medios de expresión lo que surge es una cosa nueva llena de vitalidad… se abre un espacio en la sociedad en contra de ella misma y la nombra y la desviste con una energía feroz (vale la pena ilustrarlo mediante, por ejemplo, los “Semi detached” de Crass, o la furia de Exploited, algo tosco esto último, sin quizás mucho cerebro, pero lleno de energía) Aparece entonces un mensaje real, casi siempre de protesta buena o mala, bruta o inteligente, pero al fin real. Surge también la oportunidad de otras clases de talento, como lo puede ser el caso de SPK, una protesta más elaborada o, simplemente la apertura de espacios nuevos, humanos, interesantes, no comerciales, espontáneos (esas cosas que lo unen a uno con la humanidad, un sentimiento verdadero, real – no toda esta paja actual masturbatoria).
Al poco tiempo de toda esa vitalidad (algunos años), toda esa energía justa, caótica y desaforada, de alguna manera y por alguna razón, se transforma en una estética (¿culpa de quienes gustan de la cosa mas no asimilan?), esa estética acaba siendo descubierta como negocio, termina por comercializarse, por perder energía y finalmente desaparece la vitalidad que le era propia quedando únicamente una cosa tergiversada, pangola y estúpida.
…
Finalmente se pierde todo y el fenómeno no debe repetirse, el mismo sistema vuelve a apoderarse de los medios de expresión dificultando toda reacción espontánea, condicionando, imponiendo toda una serie de dificultades. Aparecen entonces los artistas bellos, la gente bonita, los chicos y las chicas bellas que cantan y nos llenan de fantasías, la mejor imagen para la venta.
Termina por importar más la apariencia que el talento; el mensaje, la lírica, el contenido de las canciones se convierte en una cosa que pareciera no ser más que una proposición sexual fácil y barata, como asequible, cercano al mismo tiempo y distante, frustrante, manipulable. Y entonces retorna el tedio - ¿Dónde están ahora los chicos? -, la falta de espontaneidad, la falta de vitalidad, de energía. Con mucha responsabilidad son las grandes productoras discográficas las que dictan la música para las masas – ya he dicho de qué se trata esa música – y las masas la consume. Aparece la masa como noción de masa para las masas, una cosa homogénea, toda igual en cada una de sus partes, la basura obsesionada por las celebridades. La explosión de la belleza, de la imagen de la belleza como una cosa que le coquetea a las masas pareciera tranquilizar a las masas, los chicos yu lñas chicas parecieran estar tranquilos, callándose y escuchando, todos vueltos oídos y no voz, recepción y no transmisión; parecieran como idiotizados.
Parecieran… (¿para bien o para mal?).
Sin embargo hay en el aire ahora, no sé, en la atmósfera, un regusto como a olla de presión, a cosa incontenible que se está cocinando, a ola gigante que se está formando, a violencia, a más inteligencia, a estocada mortal que se está preparando, a terrorismo simultáneo en todas partes, a cumplimiento de profetas, a espera que se fermenta… a una pérdida total de respeto irreparable hacia absolutamente todos los valores sociales
(A la aparición de algo que quizás nos salve)… una duda inteligente para con todo aquello que se hace llamar Estado, estado de cosas, Sociedad.
Una duda esperanzadora que, no sé, me da la impresión que se está formando en silencio, bajo una capa de tedio insoportable.
Una otra cosa, quizás esta vez con una explosión de energía más inteligente pero no menos vital.
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