LA LUNA Y EL SOL
Muchas veces nos habremos preguntado el porqué de la existencia de los dos astros que invaden nuestro azul y frágil cielo, aquel que envuelve cuidadosamente nuestro planeta.
Cuentan que hace muchísimo tiempo, estos dos cuerpos astrales permanecían juntos desde el principio de la eternidad, se podía ver que uno estaba al lado del otro durante toda una jornada, ensamblados como dos aros perfectamente unidos.
El blanco nacarado de ella, junto al amarillo anaranjado de él, hacían un contraste digno de verse al trasluz por cualquier criatura que preciara estar ahí en esos instantes. Pero el caso es que en esos remotos tiempos, apenas si habría criaturas que pudieran contemplar dicho espectáculo de color.
Pero como el planeta estaba algo triste, y quería albergar vida propia, dicen que pidió a sus dos amigos astrales que aun amándose, debían turnarse en dos fases de la jornada. Uno eligió lo que hoy conocemos como día, y ella eligió la noche serena y enigmática, pero como en el fondo no querían separarse, idearon que en la mitad del planeta se vería a uno y en la otra mitad a otro, aunque en el fondo siempre estarían juntos ya que el Universo es de muchas dimensiones, pero las criaturas estarían confiadas en su contraste, y ello les ayudaría a vivir.
Era como un trabalenguas con mentirijillas, pero que no hacía daño alguno a nadie, como casi todos los enigmas que aun no conocemos del lejano cielo.
Sólo pusieron dos condiciones, que a última hora del día los rayos del Sol mimarían de color rojizo la temprana salida de la Luna, y la segunda, que ambos pudieran de vez en cuando confundirse entre las nubes para verse a escondidas. Así es como se creó precisamente la lluvia, que es lo que da vida al planeta, solicitante del deseo, deseo que fue concedido.
Y ésto es lo que puedes ver,… casi a diario.
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