El juego del hombre


Cometas de Guanajuato avanza por el lado derecho. La defensiva de los Asteroides se rehace, pues juega con un hombre menos. Los tapatíos tienen el estruendo de más de 80 mil gargantas en el estadio "La Tota Carbajal".

La televisión tridimensional proyectaba al centro de la sala la imagen del partido de fútbol más esperado del campeonato. Se trataba de uno de los pocos deportes aún no jugados virtualmente. Un sol artificial iluminaba la cancha bajo el domo gigantesco. Atrás quedaron las gradas del estadio León. El nuevo coso, ultramoderno, con sistema de telecómputo, pantalla gigante y sonido ultradigital, era la delicia de la afición.
México había organizado su cuarto mundial de fútbol y aunque la selección seguía cuando mucho llegando a cuartos de final, la esperanza de algún día ganar el campeonato era alimentada por Teledivisa (Televisión Digital-Virtual vía Satélite).
Abajo de cada butaca estaba una bocina que permitía sentir el eco de cada balonazo. La tecnología facilitaba muchas cosas. El árbitro electrónico estaba auxiliado por los detectores de banda. Los balones tenían un dispositivo sensorial. Si rebasaban la línea, la computadora anunciaba la anotación. Qué tiempos aquellos cuando dependía de un árbitro humano la decisión sobre si había sido o no gol.
Los dispositivos ultra garantizaban que los jugadores no se hicieran guajes y fingiera una falta. Si le dolía un golpe, el aparato enviaba la señal y se marcaba la falta si se tratara de una agresión intencional.
Pero el abuelo es necio y dice que en sus tiempos era mejor.

Sí, m'ijo. Antes uno le mentaba la madre al árbitro. Se oía bien padre que 30 mil almas gritaban: ¡culeeeeroooo!
-No manches, abue, 30 mil son bien poquitos, ni cuando la entrada está floja.
- En esos tiempos, chavo, nos formábamos y hasta había revendedores. Ahora las empresas te regalan los pases con tal de anunciar sus chifladeras en los boletos. Antes uno entraba por gusto, de su bolsillo, hoy te pagan por venir y luego te estafan con las cochinadas que venden adentro. Al final pagas más que antes.
- Son otros tiempos, jefe.

La discusión continuaba en la tribuna. En casa, el telecómputo dejaba oír la voz de "Cachorro" Bermúdez (éste no dice "tiritititeee", como su papá). En tanto, en el estadio presagiaba la tragedia cuando los Asteroides de Guadalajara empataba el marcador. Los Cometas sufrieron una expulsión y los equipos quedaron parejos. El haberse confiado tuvo su costo y tres minutos después caía el dos a uno adverso. Gradas abajo, un aficionado fue el único que se levantó en la mar de seguidores locales.
Llegó la oportunidad que el abuelo esperaba. De entre sus piernas sacó la bolsa de plástico y con pasmosa puntería la estrelló contra el inoportuno que festinó el gol contrario.

- ¡Abuelo, no seas maleducado! Además, la cerveza ultralight está carísima.
- No es cerveza, aclaró el abuelo entre carcajadas.
- ¿Qué le arrojaste, pues?
- Agua de riñón, respondió muy formal el anciano.
Todos fruncieron el ceño. No entendían.
El abuelo, en cambio, estaba orgulloso de saber que hay tradiciones que, a pesar del avance tecnológico, no mueren.