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Kardilla y Lukupecino me invitaron a su casa. No fue un problema llegar, pero sí lo fue el hacerlo a tiempo. No siempre es posible hacer todo lo que quieres, especialmente si luchas contra la fuerza de la gravedad.
Mientras hablábamos de vos, en medio de su tenue sol artificial, que calentaba lo mismo que alumbraba, recordamos los acontecimientos pasados, las vidas pasadas y las futuras, como si estuvieras con nosotros. Nos hinchamos y luego volamos, así como lo hacen los karasus que tanto te gustan. Claro, menos blancos y mucho más negros. No era coincidencia, ese pensamiento era deliberado.
Al caer el día decidimos que la jornada había terminado y yo me concentré en hacer ciudades con lo poco que tenía. Fue ahí cuando comprendí, que echarme en la pradera y leerte un cuento era lo que más quería. Construir ciudades eran para otros, para nosotros lo era la pradera. |
Texto agregado el 08-03-2007, y leído por 141
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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19-10-2007 |
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Eso para mí, es encontrar la libertad. Me gustó la parábola. goruzedri |
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11-03-2007 |
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Excelente, sinceramente.****************** Raiandoelsol |
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