Sudaca
Una cosa por la que evitaba decirle a Coria: negro de mierda, fue por una frase que escuche una mañana viajando en el tren y la decía una mina, una morochita, muy norteña parecía por el aspecto y la tez, se lo decía a un flaco pálido, melenudo y con cara de no haber dormido por varios días, la guacha a los gritos lo matoneaba aullándole: que me venís a decir indiecita cabeza, vos pelotudo, hijo de inmigrantes europeos que soñás todavía con volver, ahora que allá son ricos, que no se mueren de hambre, y ahora nadie te pasa bola, nadie te reconoce que sos de europa, sudaca.
Y el Negro es cabecita, sí. Es tucumano, pero yo le digo negrito con cariño y juro que nunca tuvimos entre nosotros un si ni un no y las cosas simpre andan un violín en el trabajo, por que yo soy de piel clara pero soy sudaca también, hablo como él, laburo con él, me cago en todo el mundo como él, paso el mismo hambre que el Negro Coria, lo único que si a mi me mirás y no me escuchás decís este es italiano o español, o turco quizá, pero no cabecita, y eso es lo que le rompe las pelotas al Negro, que le digan negro roñoso ¡cabeza!, pero laburando el tipo es de primera, primera especial. Por ejemplo el organiza los itinerarios antes de que comencemos a empujar el móvil, así le decimos a veces en joda a la camilla, pará -me frena- repitamos lo que tenemos que hacer así no dejamos nada en banda, al repetir siempre se piensa algo nuevo –me dice- y eso seguro nos ahorra tener que andar haciendo fuerza al divino botón.
Nosotros somos camilleros, desde hace más de treinta años que somos camilleros, entramos casi juntos al hospital y ahí aprendimos a fuerza de puteadas y chocar paredes a manejar la camilla, y a comprender a la gente, a esta gente que nosotros transportamos, que por algo van en camilla, son tipos con problemas, enfermos, algunos hechos mierda, agonizantes, otros con miedo a morirse, con miedo por que los van a operar, o que no saben lo que tienen, asustados y hasta los fiambres llevamos, si tenemos historias con el Negro, carradas de historias.
El siempre se acuerda de la época de los milicos cuando estábamos en la guardia de noche, nos ponía en ese horario el turro que teníamos de encargado, a veces apoliyabas todo el turno, pero tenia sus cosas, sus quilombos, en aquellas épocas se podía encontrar cualquier cosa en la guardia y cada tanto algún muerto, pero muertos posta digo, que los dejaban a las apuradas los compañeros arriba de una camilla o tirado en la vereda, pensando que los tordos los podían salvar, pero a muchos ya no había nada que hacerle y en eso el Negro Coria la tenia reclara, el podía discriminar con la exactitud de un forense las circunstancias previas al ingreso de cualquier tipo que trajeran así, es decir cualquier muerto, porque hablar genéricamente de muertes muchas veces es confuso y no se lo puede hacer a las apuradas, hay que diferenciar en el lenguaje de los tordos que dicen un óbito, o de los canas que se refieren al occiso, de los familiares que hablan de los fallecidos, o de nosotros que simplificamos con lo de fiambre. Estos, algunos estaban hechos fruta, quemados por los cuetazos, llenos de sangre por todos lados, pálidos, indiferentes a los golpes, y ya no son ni soberbios, ni boludos, ni suicidas, ni héroes, ni chorros, ni compañeros, son muertos y están muertos y en ellos se puede llegar a alguna lectura de cómo arribaron a esta condición.
La verdad que estos muertos son en general cosas de la ciudad, es decir de afuera, de la calle, no son tuyos, no son del hospital, pero en esto los camilleros de la morgue son como los arqueros, te llegan y hay que atajarlos, y hacerse cargo así sea uno que saben que esta remuerto, pero te lo tiran igual en una camilla o en el piso y salen a los pedos, para no dejarlo olvidado en la calle, creo que esto es por piedad de los mismos cumpas que estaban con él cuando la ligó.
Eso de dejar muertos en la guardia es un poco de hijos de puta, también los tordos se ponen como locos cuando les plantan un fiambre, nosotros pensamos que es de haraganes que no quieren hacer los papeles, y algo debe tener de verdad esto. Ellos te dicen que un muerto siempre es un quilombo, si vienen en un auto o en una ambulancia y se dan cuenta antes de bajarlo que pasó a mejor vida, no se lo dejan bajar, se los tienen que llevar pienso que a la morgue judicial, o a lo de juan pelotas, pero no en la guardia del hospital, ni mamados.
Una noche de invierno, me acuerdo por el comienzo de los ochenta, el Negro se levanto a mear, nosotros dormíamos juntos, en un cuchitril justo abajo de la escalera que va a los quirófanos en dos camillas reduras del tiempo del jopo, cuando volvió del baño y pasó medio desvelado por la puerta de ingreso a la guardia se dió cuenta que habían dejado un tipo sentado en los bancos de la entrada.
El tipo estaba muy quieto, le hizo sospechar que los gatos le andaban por encima y ni se inmutaba, se le acerco y vio que en realidad era un muerto, un viejo de sobretodo mugriento, pelo largo canoso, un viejo flaco -un ciruja seguro- y se dijo: lo parió, me plantaron un fiambre, pero el guacho no se quedó ahí, carpeteó que justo enfrente, en el pabellón de cirugía, había una ambulancia celular de la cana de capital, que había venido a dejar algún preso enfermo, alguno para operar.
La ambulancia estaba sola, posta que los putos por no gastar al chofer lo hacían laburar de camillero y había bajado. Así que se lo cargó al jovato, el Negro tiene una fuerza que te pone una mano y no te levantas por un fin de semana, lo cargó al hombro, y se los deposito a los milicos en el celular, después espero a que se fueran, ni revisaron atrás, se piraron apurados.
Al rato entro en el sucucho adonde dormíamos cagandose de risa, me despertó y me contó el deposito que les había hecho a las fuerzas de seguridad, seguro que los canas no entendían un carajo cuando lo encontraron, como se les subió el muerto a la ambulancia.
Ahí si le decía, sos un negro de mierda, al único que se le puede ocurrir una cosa como esa, es a vos, eso se le ocurre solo a un negro sudaca.
(2007)
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