ME SORPRENDISTE CUAL SERPIENTE


Por hoy ya te he leído suficiente, estoy cansado, mi amor.
Dejo el amarillento libro en la mesita de noche.
Aparco mis desgastadas gafas en su vieja funda.
Apago la luz de la vela con un leve soplo.
Me acomodo en la cama y cierro los ojos.
Voy pasando lentamente las páginas del libro de mi memoria.
Me detengo en una, pienso en aquel día ¿Te acuerdas?
Si, venía del trabajo con ganas de…
¿Te acuerdas?
Me recibiste con un velo como único vestido,
con él se te transparentaban hasta las intenciones.
¿Sabes? Recuerdo que me sentí embrujado,
no podía despegar los ojos de ti.
Me sorprendiste cual serpiente,
bailando el baile del vientre.
Yo, que pensaba abrazarte aquella noche,
pero tú, tú te me adelantaste.
Me sentí presa más que cazador,
me sentí banquete más que comensal.
Pero después todo cambió,
¿Te acuerdas?
Cuando dejaste de bailar,
no se fue el encantamiento.
Cenamos en su punto el plato del amor
aderezado con especias de ternura y cariño,
tal como nos gustaba a los dos.
¿Te acuerdas?
Que tiempos, aquellos…

-Viejo ¿Con quién hablas? – Pensó para sí.
-Hablo con mi mujer el idioma del silencio.-Se contestó.-
Levantó la vista y a trasluz vio como su gato jugaba con el bastón.
Quijote, que un garrote no hace molino.-Se dijo riéndose de su propia gracia.-
Buenas noches amor.-pensó mientras miraba hacia el negro cielo de la noche al que le acompañaban tropezones de estrellas.
Al poco ya dormían los dos,
el viejo, en su cama,
el gato, a sus pies,
y el bastón en el suelo raso.