Cierro los ojos y pienso y no soy humano. Abro los ojos y me veo y soy humano. Cierro los ojos y no soy humano. Lo que piensa no es humano. Solo yo me siento humano cuando no pienso y cuando pienso no soy humano. Sin embargo vivo entre humanos y he aprendido de ellos y con ellos, he aprendido a estar con ellos. He aprendido lo correcto y lo incorrecto, lo que se hace y no se hace, lo que se dice y no se dice, lo que se es y no se es… lo que se puede ser y no se puede ser. Sin embargo yo soy todo ello: lo correcto y lo incorrecto: lo humano y lo inhumano.

Cierro los ojos y pienso y no soy humano y por eso miro profundamente a los ojos de los otros humanos y me pregunto “¿Son humanos?” Busco rasgos de animales en sus rostros y cuando hago esto lo hago con ojos de lechuza, con ojos de quien ve bien en la noche, en la oscuridad, mendigando detalles, pequeñas impresiones subjetivas que me lleven a algo ¡No, al revés!: que me remitan a algo. En ese algo en mi pensamiento sé que no estoy solo. Espero.

¿De dónde surge una conciencia de semi inmortalidad, de Espera? El pensamiento está seguro de algo: “Soy yo, aquí, ahora” Como un gráfico cartesiano: soy yo aquí ahora así. ¿Puedo cambiar de posición: Soy yo allá ahora así? Espero. Y espero bonito, limpio, bien peinado y Espero, Maldita sea: espero por Mí.