Las cosas pasan porque pasan escuché una vez,
La distancia de un segundo, la lentitud del paso del tiempo se acelera y de repente frena bruscamente su paso, sin importarle lo más mínimo el sufrimiento de tu alma.
¿Qué es el alma? ¿Donde estará?
Los ojos cansados marcaban aun más la mirada perdida, el cráneo se realzaba sobre la piel transparente y llena de estrías,
Donde hubo una vez una cara, ahora solo habitaba la muerte.
Mil cartas sin remite llegaron a su casa, el cartero las dejaba ordenadas delante de su puerta sin temor por el vacío que dejó la ausencia.
Perdió la cordura abriéndolas, leyéndolas, rompiéndolas una a una frente a la chimenea, así pasaba las horas, viendo como el papel se retorcía de dolor, escuchando los alaridos de las letras a través de los oídos de la mente.
Miró sus manos, y no las reconoció, ¿Para que vivir más?
Silencio...
Pasos que golpean la calle,
Nudillos que chocan contra la puerta,
Nadie responde,
El cartero pasa de largo,
El mundo prosigue más allá de esas cuatro paredes.
¿Para que vivir más? Cuando se esta muerto y despierto.
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