Verdad y resplandor


Descubrí un camino que no es infinito, lo presentí desde el inicio.
Esta senda tenía un claro final, un extremo que negamos durante gran parte de nuestras vidas, pero que en algún momento necesitamos encontrar, para intentar quedarse ligado por siempre.
Y ahí estabas tú, incrédula y desafiante, revelando señales que sólo yo imaginaba. Así, estimulado por esos signos inicié un camino hacía mi interior, llenando de fuerza y vida los espacios vacíos y ocupando en forma pacífica los restos que aún se animan.
Intuí que eras la verdad, aquélla que te cobija cuando se expresa y también cuando se oculta. Me sentí dueño del futuro y seguí en mi dirección con fin.
Mas, este recorrido lo perturba e interrumpe un resplandor, pleno de luces y destellos que nos lleva flotando a lo irreal, destruye la permanencia y acelera los sentidos, trepamos por su cuerpo desnudo y nos envuelve con su espíritu fugaz.
Entonces vuelvo a ti, verdad, para pedirte que abras de nuevo tu regazo imaginado, que te inundes de gestos para señalarme la ruta con el final que anhelo.