Al paso de la luna

Era el ente del universo, una capa del sol que mutaba con el frió universo, era el dios de la noche fría, el espectro de la hoja de la montaña. El monstruo sin forma caminaba por el viento en el mundo de los humanos vagando por los campos y las montañas solitarias, era el hijo de la voluntad natural, el espíritu de la humanidad olvidada. Hasta que nacieron los hombres y los campos fueron plagados, las praderas infestadas, y las montañas desterradas de la soledad, el hombre había contaminado el estado de la inmaculada soledad. El ente miraba todo esto, gruñía mirándolos abrasado de las nubes más altas del mundo, y así iba amoldando cada vez el espíritu del hombre, sus formas se aclaraban, su rostro se hacia mas aparente, pero su altura nunca la perdía, el poder de andar sobre las nubes ni de nadar en la luna nadie se lo podía robar:

“En hombres esta la esperanza, en hombres,
Mas la raza humana se extingue aun,
Que hacer madre luna,
Que hacer padre sol,
Yo, hijo de la profecía del universo,
Yo amante perpetuo de la noche y del día,
Guardarme quisiera en las nubes del mar
Así no ver el destino de la inmortalidad humana,
Así no ver como esta se diluye en las manos del hombre.
El poder que nace de mi hombro hará recobrar la naturaleza dilapidada,
Las 3 deidades que germinan dentro del eterno ir y venir de la eternidad me auxiliaran”

Así hablo llorando mientras la luna llena lo abrasaba. El inmortal se seco las lágrimas y con ellas se froto el brazo izquierdo y se lo arranco del cuerpo votándolo en la tierra.

“¡Aquí van hijas de la bondad mis Eumenides, reflejen hijas, la luz del universo en la tierra, las puertas de la humanidad! Porque el acertijo del humano es saber como se encuentra a el mismo.”

Y así, las tres bondades del inmortal se posaron en la tierra en forma de semillas y dieron forma de árbol a la tierra, con raíces fuertes y sombra que cubría el valor enterrado del hombre mientras sus hojas cantaban la melodía profética, prometida:

-“Si el árbol antiguo se seca hasta la raíz, si no sobrevivimos nosotros ¿Quién dará sombra a tus altares?”-

Así, sólo para las personas que caminan sobre las personas, sólo ellas escuchan regurgitar a las hijas del ente inmortal, ya que las tres deidades cubren a las personas que quieren ser cubiertas por toda la existencia. Se cuenta que a las personas que posaban debajo de su sombra podían aun conversar en la luna con el entre sin forma, que, sin embargo, falto de su brazo izquierdo, espera volver a tomar posesión de aquellas tierras inmaculadas por las cuales paseaba.

Así escribo este relato debajo de la sombra humana de la deidad celeste, a la cual la hallé cuando encontré el nombre de mi alma, y la cual ahora escribo dentro de este relato inmortal.