De entre los ruidos diurnos de la zona urbana de Villa Crespo y amagando un cruce de calle cuando el semáforo justo se pone en rojo y él atina a detenerse, se levanta nuestro genio, el bach de Villa Crespo. El evitado incidente de su atropello por parte de un colectivo que no quiso esperar ni un segundo más a esa luz amarilla que ya se estaba yendo le recordó el suicidio que hace poco se había dado en las vías cercanas a su casa. Una mujer mayor, en una imitación a Storni, se arrojó ante el incesante avance de la locomotora, incesante como el tiempo esta vez hecho de acero- ¡y digo imitación pues después de milenios qué diferencia habría entre el mar y un tren! El tiempo vuelve a todo lo mismo. Bach meditaba en estas palabras mientras se alejaba de la calle Dorrego y bajaba por Corrientes hacia Canning, la que ahora se llamaba Scalabrini Ortiz.
En ese mar de tiempo que habría de pasar de aquí a la posteridad nadie podría distinguirlos, ¡ni acusarlo principalmente! Si los nombres se pueden confundir, y las leves diferencias traspapelar- ¡por qué no dejaban de llamarlo intérprete! Él nunca en su vida había escuchado Bach y tampoco se había planteado la pregunta que su mente parecía estar insinuando- ¿habría modelos comunes en el universo, en la mente de los hombres, y todas las cosas irían cayendo a esas formas interpretativas, como le había pasado con los suicidios de mar y tren, y se asemejarían ante la vista humana por más diferencias que tuviesen? Por lo pronto, si esto es así, su música y la de Bach en nada se parecerían salvo para la torpe audición de la burda mayoría- por lo menos eso pensó hasta escuchar Bach.
Nunca una composición le había parecido tan familiar, como si recordase más que intuir, como si se viese elegir las notas, afirmando con certeza interiormente lo que habría de venir de inmediato sin equivocarse, incluso en aquellas evasiones de la coherencia que el Bach original podría haber intentado para despistarlo. Pero él ya las esperaba, ¡hasta se las proponía a sí mismo como posibilidades que habrían de haber quedado en el laboratorio de invenciones sin ser aplicadas, pero se encontraba con que en cuestión eso mismo era lo que terminaba escuchando! ¿Podría estar su mente equivocada al percibir el mundo, y escuchar lo que él pensaba en vez de lo que sucedía?, ¿habría olvidado tal vez ser un perfecto conocedor de dicho compositor? ¡Imposible tales incoherencias!
El tiempo es su castigo y será su gloria, pues si bien hoy lo llaman vil imitación sólo por haber aparecido varios siglos más tarde, cuando de haberse dado al revés él habría gozado de prestigio y fama, en el desgaste de la distancia que traerá el futuro sin lentes de aumento que puedan ver tan lejos hacia atrás y distinguir dos hormigas que se disputen la autoría de torres gigantes de invenciones perfectas, ya no habrá imitadores y compartirán en el anonimato el prestigio de los creadores que se han vuelto polvo de leyenda.*1



*1 Los fisiólogos que estudiaron su cuerpo nada pudieron decir pues en nada se parecía anatómicamente al viejo Bach más que lo que se parece un hombre a cualquier otro. Los exorcistas hicieron su trabajo sin esperar demasiado de él - “ya lo exorcizamos, ...ahora hay que ver qué pasa”. Los psicólogos no sabían muy bien qué buscar, por lo tanto, apuntaron a ciertos sueños y fin. Los filósofos lo usaron de ejemplo vivo de las Formas platónicas, los aristotélicos, de la Potencia y el Acto. Yo, personalmente, en una mezcla de antigua psicología, no superada al día de hoy, con filosofía integradora (esas enormes estructuras que abarcan no digo todo pero casi), indiqué que la relación entre el bach de Villa Crespo y el otro se da en la intimidad de las causas ocultas. De la misma forma que las percepciones de los objetos externos al hombre son producto de ciertas cualidades ocultas de dichos objetos que producen tales fenómenos (esas cualidades inalcanzables son causas ocultas de la consecuencia que denominamos fenómeno perceptivo), el sujeto posee causas internas para su comportamiento, causas inconexas con su entorno, de donde surge su autonomía. Los Baches comparten la misma causa oculta creadora. La perfección de sus obras se basa en la captura, que dicha causa les otorga, de esencias “de adecuación para la Belleza”; es decir, han encontrado lo que junto da las combinaciones que encarnan la Belleza de múltiples formas pero todas igual de altas y gloriosas: han encontrado la combinación adecuada para que se sea bello.