Escucho música, leo, mientras me tomo un café.
Enciendo el ordenador, y empiezo a escribir.
Todo está relacionado en mi cabeza. Mientras leo, la música parece acompañar las palabras del texto. Los coros épicos enlazan con las batallas y luchas de las páginas. Los pasajes melancólicos me llevan a escenas de reposo, románticas.
Y bebo el café, pausadamente, aspirando su aroma. Eso me lleva a escribir. La música me describe palabras, me dicta, guía mis pasos.
El café está frío ya, la lista de reproducción que he programado en el ordenador está a punto de acabar… ¿Cuánto tiempo llevo así; dónde he estado todo este tiempo; con quién?.
He cabalgado con El Héroe de regreso al hogar; he luchado junto a El Caminante; he compartido un buen vino con Rot, Eljuin y Trog; he viajado junto a El Peregrino.
En fin, acabo el café, conecto el pendrive, paso los datos del pc al lápiz, desconecto el reproductor, y apago el ordenador.
Mañana volveré con ellos; junto a Frodo, estará el pequeño duende Rot; con Légolas partirá Eljuin. Gandalf compartirá conocimientos con el viejo Der. Visitaremos El Mercado de los Pájaros, donde en una taberna encontraremos a viejos camaradas de viaje. Y mi mundo de fantasía se unirá al de ellos.
La música, un café, y mi imaginación.
Los grandes personajes de la fantasía, y los hijos de mi mente, juntos en mi cabeza, y en la memoria de mi ordenador. |