SOBRE ÁBOLES Y REYES
Apenas llegué al bosque una nube oscureció la tarde.
Con cada paso aumentaba mis pocas ganas de trabajar; de trabajar en algo que no me enorgullecía en lo mas mínimo y quizá me avergonzaba. Con mi sombra trepándose a mis talones acomode las herramientas, cuando volví mi rostro hacia el camino ahí estaba; un anciano meditaba debajo de un árbol; como una pintura antigua apropiándose de la imagen más bella. Me acerqué lentamente; pero al escuchar mis pasos sobre las ramas secas se sobresaltó. Su mirada era segura, llena de piedad y sabiduría. En forma muy pausada, me invitó a sentarme a su lado y me ofreció una copa de vino. Mientras bendecía la misma, me contó una historia.
Tuve una sensación extraña, mis pensamientos estaban confusos por la fatiga, así que solo pude escuchar en silencio.
-¿Sabía Ud. que en la antigüedad los árboles eran sagrados? El culto a ellos en religiones paganas era frecuente, considerabase que era la morada de espíritus benéficos en algunas culturas.
En la historia religiosa de la raza aria de Europa, la adoración a los árboles ha jugado un papel muy importante. Sea como quiera, el culto de los árboles esta bien comprobado en todas las grandes familias europeas del tronco ario. Para los druidas, por ejemplo, el roble era un santuario.-
El anciano continuó su historia mientras servia otra copa de vino.
-Cuentan que un día, un hombre joven llegó al bosque con la idea terrorífica, de derribar un árbol estéril que ya no ofrecía sus frutos. Cuentan también que en la noche se escuchó un grito como de otro mundo, un grito que no parecía humano. Al amanecer; unos campesinos que pasaban por el lugar, encontraron el cuerpo del hombre atado a un árbol con sus propias entrañas.
Se dice que cortaron su vientre y lo clavaron a la parte del árbol que había sido mondada y le obligaron luego a dar vueltas al tronco.
La intención del castigo era reemplazar la corteza muerta por un substituto vivo tomado del culpable.
Era vida por vida, la vida de un hombre por la de un árbol.-
Yo, estaba perplejo, me quedé mirando ese rostro en el cual cada arruga era una historia, cuando de pronto, vi acercarse a un hombre con muletas junto a una mendiga, se arrodillaron junto al anciano y besaron sus manos, luego se alejaron.
El anciano me miró fijamente, yo me disponía a partir, él tomó mi mano y dijo
-Nada ocurre casualmente hijo; ya esta oscureciendo, tome otra copa de vino, hay tantas historias por contar aun.-
Y dijo así
-Hace mucho tiempo, una mujer pobre y su hijo, habían sido elegidos y podían ver cosas que nadie mas veía; cosas sobre el espíritu humano, la gente del pueblo acudía a ellos para saber su futuro y para curar sus males. Un día, un joven se acercó a ellos para saber sobre su destino.
La mujer, aún sabiendo del peligro, le dijo:
Estas no son tus vestimentas, tú no eres pobre como las demás personas que me frecuentan; tú eres rico, eres hijo de un rey y tu codicia no te dejará ver.
Mataras a tu padre, pero de nada te servirá, nunca, ocuparás su trono.
El muchacho, enfurecido, la acusó de farsante y amenazó con vengarse; luego, desparramó por todo el pueblo, que la mujer y su hijo utilizaban la hechicería y eran peligrosos. Al llegar al castillo, buscó a su padre y le advirtió de los riesgos que una bruja podría ocasionar a su reinado y aconsejó al rey, mandarlos a matar. El rey, que no era hombre cruel se dejó llevar por el amor que sentía por su hijo, pero la maldad del muchacho iba mas allá del entendimiento humano, el mismísimo Satanás parecía guiarlo, entonces volvió a decir
-Padre, matarlos sería demasiado, quizá si mandaras a cortar las piernas de su único hijo; sería una advertencia para todos aquellos que practiquen la magia.- El rey estaba perplejo por la crueldad de su propia sangre, pero la astucia y manipulación del muchacho pudieron más y fue así que dio la orden.
Desde aquel terrible día, la mujer y su hijo sin piernas mendigaron por las calles del pueblo. El tiempo pasó. El Rey, joven aún, murió sospechosamente una noche.
Se dice que su hijo, lo mató poco a poco, con un veneno que había sido preparado especialmente por una bruja. El cual cada noche vertía en su té y llevaba dulcemente a su habitación. Se dice también, que las últimas palabras que pronunció el Rey antes de morir fueron:
-Hijo, te he amado más que a nada en este mundo, y he cometido errores terribles por ese amor, pero debes saber, que nada ocurre casualmente y que toda acción tiene su precio.-
-Una lágrima cayó sobre la taza y reboto a la mano de su hijo, y su pesado cuerpo se desplomó.
El muchacho, salió a festejar su triunfo. Se internó en el bosque y bebió hasta caer exhausto.
Unos harapientos, se acercaron a él con intenciones de robarle, él se resistió y los hombres sacaron una navaja y cortaron su garganta.
En la mañana, unos campesinos encontraron el cuerpo, ahogado en su propia sangre, desnudo.
Se dice, que no murió rápidamente por la expresión de su rostro. Se dice también, que nadie dio sepultura a su cuerpo, pero la mendiga y su hijo sin piernas, pasaron por el lugar y al verlo tan indefenso, lo enterraron debajo de un árbol sagrado.-
Miré al anciano y me dispuse a partir, ya estaba amaneciendo, este se levantó lentamente ayudándose con una rama larga y torcida y se fue caminando, con su espalda doblada hacia la tierra y su mano temblorosa.
Me quedé mirándolo hasta que su figura no fue más que un punto que desaparecía en la distancia.
Justo en ese momento el ruido de un carro que pasaba me devolvió a la realidad.
-¿Qué anda haciendo por estos bosques amigo?-
Me pregunto el hombre, mientras tomaba un trago de ginebra.
-Es que me han enviado para cortar los árboles del bosque, pero soy un hombre temeroso del destino y sus jugarretas, así que si me acerca hasta el pueblo voy a volver por donde vine.-
Nos reímos un rato largo y me contó una leyenda, sobre un anciano que solía sentarse debajo de un árbol.
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