Se despertó con una rabia seca, con ese gusto amargo que dura siempre hasta el primer café.
Miró la caja de música, levantó la tapa y la bailarina empezó a bailar; y mientras la miraba fijo, los recuerdos lánguidos como los trajes en la humedad del ayer empezaron a brotar, uno tras otro. Una vuelta y la mano en la boca, otra vuelta y los pies separando las piernas, penetrando la inocencia, mientras una voz muy suave le repetía.

-No podes decir nada de este juego, sino perdes. Es un secreto, a mamá no le gusta jugar y se puede enojar.

Y otra vuelta y las lágrimas golpeando contra el piso, mientras vos con una mueca de resignación, te levantabas la bombacha, esa bombacha con corazoncitos pequeños que te regalo la tía Eugenia cuando cumpliste los seis años, y otra vuelta y los pasos acercándose a la puerta, y otra y otra y vos apretando los ojos fuerte con la ilusión de que todo sea una pesadilla de la cual te vas a despertar en cualquier momento.
Cerró la cajita, caminó hasta el teléfono, hizo un llamado breve, luego se dio una ducha, se vistió, prendió un cigarrillo y espero.
Cuando escuchó el timbre de la puerta pego un salto, luego controló las manos temblorosas, apagó el cigarrillo y abrió.

-Nena, como te extrañe, me da tanta alegría verte, estas hermosa, siempre fuiste mi rayito de sol, pero ahora estas mas linda que nunca.

-Sonrió levemente, sé alejó

-¿ Queres tomar algo?

-No gracias.

-¿A que se debe la urgencia?

-Nostalgia del pasado.

Y levantó la tapa de la cajita de música.

-¿Té acordás como té gustaba el sonido?

-Jajaj¿como olvidarme?

Se acercó lentamente a ella y la tomó por detrás.

-Tranquilo, hagámoslo bien.

Él levantó su pollera con una mano, con la otra le tomo fuertemente los pechos.

-Mmmm, esto es nuevo para mí, no esta nada mal.

-Ella se dio vuelta, lo abrazo; él introdujo su miembro mientras trataba de besarla.

–De repente, ella comenzó a sentir a ese hombre dentro, comenzó a llorar, mientras él le decía:

- Sentime bebe, sos mía, solo mía

Ella estiró la mano y cerró la tapa de la cajita de música, no quería perder un solo grito.
Luego busco debajo de la almohada, mientras con la otra apretaba el cuerpo del hombre contra ella.
Un solo grito salió de los labios de él, ella lo miró. Por un momento tuvo lastima, pero fueron segundos, entonces lo empujó, caminó hacia un cajón y sacó una bombachita con corazoncitos rosas.

-¿Té acordas?

Pregunto mientras el hombre se desangraba en el piso.
Sus ojos fijos en la mirada aterrorizada de él, se acercaron cada vez más, la mano de este en un gesto de suplica quiso tocarla.

-No papito, no podes pedir ayuda en este juego, es un secreto entre vos y yo, si se enteran pueden enojarse.

Y levantándose, dejo caer sobre su rostro la bombacha apolillada en llanto viejo.
Se acercó a la cajita de música y levantó la tapa.
Se puso un saco, se lavo las manos, volvió a mirar aquel cuerpo moribundo; sonrió.
Fue a su cuarto, tomó su muñeca española, la abrazo muy fuerte y le recito su poema favorito "Recuerdo mi niñez cuando yo era una anciana las flores morían en mis manos porque la danza salvaje de la alegría les destruía el corazón.”
Y se quedo así, abrazada a la muñeca, arrodillada, hamacándose al lado del cadáver.