Con tú puedo... cap 8
Domingo de filarmónica
Para las dos y media de la tarde don Alberto Jiménez convocó a los socios de la Filarmónica:
REUNION URGENTE DE SOCIOS, MEDIA HORA ANTES DEL INICIO DE LA FILARMONICA.
EL PRESIDENTE
Rezaba el cartel colocada en la puerta del teatro, así que el domingo a las dos y media habían mas de sesenta personas esperando al presidente, este llegó a la hora exacta y subió al proscenio en donde se sentó en el centro escoltado por el secretario y la tesorera.
Socias y socios: los he convocado ya que en mi familia han ocurrido hechos importantes, falleció mi padre hace un mes, cosa que he sabido recién ya que la carta estaba extraviada en algún lugar, al parecer anduvo en varias Oficinas antes de llegar a mis manos, no es de la pena que siento de lo que les quiero hablar, sino de esta organización.
Como saben, soy el mayor de los hermanos y además de ser el único hombre, mis hermanas me requieren para que me haga cargo de la parcela que tenemos en Rengo, es lo que pidió mi padre al fallecer y debo hacerlo, por esta razón los he llamado para elegir al socio que me reemplace, me he tomado la autoridad de mi cargo y deseo proponerles a un reemplazante, cualesquiera de la directiva podría ser, pero he pensado en un joven, apenas tiene veintitrés años, ha demostrado valor y solidaridad, es serio además de responsable, me imagino que ya lo imaginan, les digo que sí, Me gustaría que mi cargo lo ocupe Alamiro Araya.
El aplauso fue general, los muchachos del teatro gritaron de contento ¡Hurra por Alamiro! Hurra corearon todos, continuó el presidente,
A lo mejor hay algún socio o socia que quiera proponer a algún otro para el cargo, si lo hay, que lo proponga ahora.
El silencio fue total.
Bien - dijo el presidente – ya debo retirarme en estos días de la Oficina, me llevaré el recuerdo de cada uno de ustedes, me han hecho inmensamente feliz con el cargo que un día me dieron, esta Filarmónica ha sido algo que nos ha ayudado a aligerar las penas que tenemos los trabajadores, sé que seguirán si mí tal como lo hemos hecho hasta hoy, lo único que le pediré a nuestro presidente... Qué aprenda luego a bailar Vals - Una carcajada se escuchó en el teatro –
Amigos, invito a Alamiro para que se siente en el lugar que yo ocupaba y me despido ya que a las siete pasa el Longino.
Bajó del escenario y abrazó en primer lugar a Alamiro, luego uno por uno fue despidiéndose de los presentes, al final llevaba una gran pena. Para cuando salió el teatro le brindó el más fuerte aplauso que pudo recibir, Alberto era fogonero en las calderas de la planta procesadora de salitre.
Alamiro estaba anonadado ante tal muestra de cariño y tal responsabilidad que asumiría sin tener conocimiento de cómo hacerlo y habiendo entre los asistentes personas que llevan años a la cabeza de la organización filarmónica. Sus pies temblaban, sus labios se colocaron blancos, sus gestos faciales se paralizaron, sus pienas no le obedecen, las palabras se le han escondido, pero debe subir y hablar, nunca lo ha hecho salvo cuando ha estado bebiendo en compañía de amigos, cosa que no es ahora. Esta gente espera mucho de mi y tengo veintitrés años. –Medita mientras sube.
A medida que se acerca a la mesa, los pies pesan más de lo que le pesan a su padre. En la misma medida que avanza por el salón los amigos le van saludando, las mujeres le sonríen, los artistas del teatro le abrazan y le dan parabienes, Mariana le abraza un abrazo más largo que otros, finalmente sube y se coloca en su lugar.
—Hable Alamiro – dice la tesorera
—Tienes que decir algo – dice el secretario
Amigos. – Su voz tiembla y tartamudea - la verdad que no sé que decir, solo que es un honor para mi vuestra confianza, trataré de hacerlo bien y ustedes tienen que ayudarme, ya saben soy de los menos antiguos en esta Oficina y de alguna manera aprenderé a bailar, si no, alguna dama llegará a su casa con los pies hinchados por tanto pisotón.
Poco a poco fue ganando confianza, al final dejó de hablar y solicitó que se abriesen las puertas del teatro para que ingrese el resto de gente que está esperando
Entraron todos, lo primero que se percataron es que estaba colocada la mesa de la directiva y allí estaba Alamiro, cuando estaban todos dentro y la orquesta lista para subir y ocupar su lugar, se levantó la tesorera y habló.
—Les voy a quitar un minuto antes de que comience a sonar la música, nuestro amigo Alberto Jiménez debe ausentarse, se regresa al sur, así que nos habíamos quedado sin presidente, pero hoy en Asamblea hemos elegido a Alamiro para su remplazo.
Los asistentes aplaudieron por varios minutos, mientras aplaudían uno de los asistentes salió como escabulléndose, uno de los asistentes le vio y salió detrás, al minuto regresó y le habló al oído a José Manuel, este asintió con la cabeza sin decir nada, pero se acercó a Juvencio y también le habló en voz baja, el director del teatro, no dijo nada, solo se colocó serio y fue a reunirse con el grupo.
—¡Qué hable Alamiro! – gritó alguien de la platea
—¡Que hable! Fue el grito general.
Por primera vez en mi vida tengo que hablar ante tanta gente, estoy nervioso y con algo de miedo, no sólo por hablar, sino por la responsabilidad, no me será fácil, pero lo haré y si tengo dudas, le preguntaré a los más antiguos y no piensen que les voy a dejar tranquilos, y si me porto mal han de decírmelo y no andar con cahuines y por último trataré de hacerlo bien, pero, si todos vamos juntos mejor será.
Gracias.
Mientras bajaba, le aplaudieron, las mujeres le miran contentas, los amigos le abrazan y cuando llega donde sus compañeros de teatro, estos le levantan en andas y le lanzan tomándolo antes de llegar al suelo, hay en ellos una alegría sana y contagiosa.
—¡Que se cante una cueca para celebrar la elección!
—¡Si, y que la baile el presidente de la Filarmónica!
—¡Yo baile con el presidente! – Dice la Clotilde- quien viste un traje negro, la falda le llega a media pierna, hace que luzcan sus tobillos y se insinúe un par de piernas hermosas, la falda ajustada en sus caderas dejan a la vista una mujer exuberante, ni delgada ni gruesa, blusa blanca con un escote ni casto, ni abundante, deja ver que posee un para de buenas razones para enamorar o enamorarse. Mira con coquetería al presidente, aprovecha que su marido anda jugando fútbol.
—¡Yo voy a buscar mi guitarra! – Dice una de las hermanitas Pérez
—¡Té traís la pandereta – Le grita su hermana.
Doña Clotilde se acerca a Alamiro, le da la mano y lo felicita, retiene la mano del joven en las suyas más tiempo de lo necesario, según piensa Mariana, que hace que sus ojos grises lancen fuego, refunfuña con sus hermanas y amigas.
—Yo, debería bailar con el Alamiro, no es mujer que se lo está comiendo con los ojos y él no dice nada, parece que le gusta como le coquetea la mujer.
—En todo caso no es fea la Cloti y su marío le hace poco caso – comentario que realiza, Josefina, la mayor del grupo teatral, amiga de doña Clotilde.
—Si, pero sabe que al Alamiro lo amo.
—Pero, aún no es tu novio Mariana, así que debes apurarte o ella te lo llevará aunque sea por unos días, ya que después de sacado el gusto se olvidará, y el Alamiro es hombre, así que necesita mujer, además que sólo van a bailar una cueca.
—¡Negra puta es la Cloti!
Hasta ahí quedó la conversación de las dos amigas ya que llegó la guitarra con lo que las dos hermanas Pérez subieron al escenario, una se sentó y la otra se colocó detrás con el pandero, comenzó el guitarreo y fue acompañado por el sonido de la pandereta, la Clotilde se tomó del brazo de Alamiro saliendo a la cancha a marcar su espacio para el baile, los asistentes dejaron a la pareja solos, nadie más bailó, Alamiro dejó a la dama en su lugar y retrocedió a esperar que se iniciara el canto, puso su pañuelo en su hombro y tañó la cueca con las palmas, Clotilde con coquetería aplaudía la cueca teniendo la punta del pañuelo en una mano, mira a Alamiro. Su exuberancia es realzada por la belleza, morena de cabello largo atado en una cola de ojos tan negros como su cabellera.
El día, el diablo se fue a bañar.
Comenzaron a cantar al unísono las hermanas, Alamiro tomó su pañuelo en una mano y con la otra tomó su sombrero.
Y le ro, y le robaron la ropa
Y la día, y la diabla se reía.
Clotilde mueve su pañuelo, siempre cerca de sus ojos, la otra mano en el borde de la falda,
De ver al, de ver al diablo en pelota.
Alamiro la rodea, su pañuelo y sombrero están a cada lado del rostro de la bailarina que no le quita los ojos de encima, mientras en la orilla de la rueda de espectadores, Mariana echa chispas y lanza rayos,
No-té, no-te´namores niña
Del diablo que solo tiene.
La Cloti intenta escapar al ruedo del gallo, el gallo la sigue no la deja, dan su vuelta, espacio que Clotilde aprovecha para levantar la falda y mostrar sus piernas a Alamiro, el aplauso de los varones fue unánime, Alamiro zapatea con toda su alma.
Platita en el bolsillo
La vida para que suene
Para que suene niña.
Alamiro mira a la mujer, ella le mira, sonríen, él coqueteo es compartido y enrabia aun más a Mariana, está en un tris de irse a su casa, pero no ha de dejar campo a la mujer casada que le coquetea a su amor, busca la manera de sacarlo del terreno de Clotilde, llos asistentes que se han percatado de la guerra sonríen.
La vida y no la gasta
Se le gasta el bolsillo
la vida menos la plata.
Poco antes de que termine los asistentes comienzan a aplaudir la cueca de la pareja, que ha sido de gran dominio de ambos, los dos pares de ojos pareciera se van uniendo en un pasional abrazo.
Arranca Pedro Pablo
La vida que viene el diablo.
¡Aro, aro, aro, dice la cantora, tráiganme algo de agüita ya que no se puede tomar vino. Vamos a la segunda patita mierda!
Alamiro agradece a Clotilde, ella le invita a la otra cueca a lo que Alamiro le dice que tiene reunión con la gente del teatro así que debe dejarla, pero en la próxima, le promete bailar los dos pies de la cueca.
El director les llamó a una de las oficinas de teatro, felicitó a Alamiro, le dijo que habló y bailó bien y les planteó un problemita.
—En la Administración se prepara una fiesta grande, se casa la hija de don Fernando con uno de los gringos ¿Qué nos importa a nosotros? Se dirán ustedes, bueno, la verdad es que me han solicitado que presentemos la obra en una de los días de la fiesta. Ustedes entenderán que eso de que el Administrador ha “solicitado” es solo un decir si no vamos, a más de alguno lo despedirán del trabajo. Eso es lo que tenía que decir.
—¿Qué ganamos con ir? - Pregunta una de las actrices
—¿Qué perdemos si actuamos? – Dice Mariana – a mi no me gusta la idea de ir, más aún que se casa la mujer que cada atardecer sale a recorrer la pampa en un caballo árabe y si se le pone por delante algún niño o grande ni siquiera detiene a la bestia, es tan o más prepotente que su padre, aún así pienso que hay que ir ¡Que no les salga gratis sí!
—Miren compañeros – Habla Alamiro – hay una diferencia tan grande entre la vida que llevamos nosotros y la que llevan ellos, pero, sólo la vemos desde fuera, desde el alambrado que separa las casas de la Administración y de los gringos y las de nosotros, yo pienso que hay que ir, para que nos percatemos de cómo viven con la plata que nos roban, con ello saber a que debemos aspirar a un mundo nuevo, hay achicar la diferencia entre los ricos y nosotros y como dice la niña Marianita, que no les salga gratis, pediremos algo.
—¡Yo no soy una niña Alamiro! – Dijo en voz alta Mariana - soy una mujer igualito que la Clotilde esa.
Hubo una carcajada general, dejando a Alamiro avergonzado.
—Mañana a alguna hora del día me llamará el Administrador a su oficina, me gusta la idea de Mariana, eso de que no salga gratis a ellos, pero que pedimos.
Luego de meditar un instante Alamiro dice:
—Miren, pronto vamos a estrenar la obra acá en el teatro, el vestuario es importante y tenemos poco, vamos a tener que gastar de nuestros bolsillos ¿Qué les parece que don Juvencio le pida al Administrador el vestuario para la compañía de teatro?
—¡Me parece justa la idea de Alamiro! Mañana cuando me llamen se lo diré a don Fernando y como ya sabe quien es el presidente de la Filarmónica, A lo mejor llaman también a Alamiro y si ocurre.
Presidente, no baje la vista y menos la cabeza ante el administrador, que me sentiría defraudado con usted.
¿Por qué dice que ya saben que soy el presidente de la Filarmónica?
Por nada Alamiro, es solo un decir.
Curiche
Marzo 4, 2007
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