Adiós le dije y de mi lado se fue
por los andados caminos
de ignorada soledad,
dejando su aroma y su sombra
en mis brazos levantados
como esperando el regreso
que lo atara en mi regazo.
Se fue sin respuesta ni adiós
dejando el vacío en la espera
y una puerta que entre abierta
de un portazo se cerró,
trayendo consigo la niebla
que en el confín de su nombre
como nubada costera
la esperanza congeló.
El tiempo toma su tiempo
la tarde lenta ha llegado
con tristes versos poblando,
del amor la gran quimera
que vio nacer una noche
de incertidumbre y desvelo.
Los días siguen su rumbo
sin detenerse al pasar…
llegan las madrugadas de sol
que iluminan despertares
con sus dorados reflejos
de esperanza y de ilusión;
fulgen entonces las sombras
dejando ver que escondido,
olvidado en el baúl del sueño…
allí se encuentra el adiós.