Dormí. Desperté en mi edificio, al pie de la playa. Desde allí, en lo alto, podía ver toda la inmensidad de la noche y como esta hacia el amor con la luna y el océano. Los reflejos de la luna eran como orgasmos visuales que eran violados por las luces del muelle, que a esa hora de la noche recibía a los visitantes más bohemios y aristócratas de la ciudad. Desperté para tomar un vaso con agua, a ver si este podía hacerme regresar a la cama, pase por el balcón para ir a la cocina, tome un vaso y abrí el caño, todo estaba en una profunda oscuridad dentro de la casa, las únicas luces que existían provenían de afuera. Tome el vaso y me asome por la ventana, tenia un marco grande de madera apolillada, la abrí y comencé a mirar a la oscuridad. Me gusta admirar el mar de noche, generalmente lo hago en mis tormentosos insomnios, los más profundos. Mis brazos cruzados se apoyaban en el marco de la puerta cuando empecé a oler la brisa del mar, veía un océano oscuro y tranquilo. Las luces del muelle y del restaurante alegorizaban y bailaban con las pequeñas olas de aquella noche.

De pronto, mi mirada quedo estática con un bulto, (¿una roca?) que se movía en el letargo del mar, era una extraña roca que parecía que estuviera respirando al pie del muelle, mis ojos se agudizaron queriendo tomar la postura de un larga vistas para ver si podía ver alguna característica más, quise ver aquel objeto en la oscuridad oceánica, ¿se movía? De pronto pude ver su pelo y su gran barba blanca o amarilla. Dejó su postura encorvada y se volteo con miedo viendo a su alrededor, de izquierda a derecha, el sentía que alguien lo miraba,.... pude verlo....un gran gigante en la oscuridad, su cuerpo estaba cubierto de una grasa extraña como un toxico submarino, de un verde oscuro terrorífico, volteo y miró a su alrededor y luego se metió al mar silenciosamente, mientras su pelo se deslizaba sobre la superficie del mar, justo al pie del muelle, justo al pie de la aristocracia... nunca olvidare esa expresión, esas facciones tan humanas.... todavía podía ver su sombra morir en la oscuridad del profundo océano. Me quede pasmado de conocer a ese ser mítico, lo vi, ¡de eso estoy seguro!, ¡no fue un fenómeno onírico, ni mucho menos un sueño!,... solo los que quieren mirar los pueden ver ¡Y yo lo vi!. ¡Yo estaba tomando un vaso de agua mientras admiraba las viejas barbas de Poseidón!.

Y el Dios despertó de su sueño, “nada de esto había pasado para ti” –le dijeron- y el dios seguiria soñando con que salia del mar oscuro, y él siempre me incluiria en sus sueños...