“Este mundo es comparable a la pupila del ojo de una hormiga muerta" Bahá´u´lláh

Me miras desnudando tus dientes que caen en pedazos y rompes mi ser al besar mi rostro que en verdad es un mapa de los caminos del dolor y de la alegría. Reposas en mis faldas tu pequeña humanidad que pesa un universo y me pides te cuente mis sueños para que puedas dormir; desconociendo que son pesadillas de ausencias y fantasías. Pequeño ángel hecho de carne, viertes pétalos en nuestro andar con la magia de un ser alado que en su estrepitoso revoloteo deja plumas de fino terciopelo desparramadas en la alfombra de la vida.

Mi amado mensajero, cuerpo de niño y alma de titán, hoy fuiste convocado hacia el reino de Abhá y partes inauditamente afilando el trivial sentido de la carne y realzando la comprensión de la eterna primavera del cielo. Atado en esa plataforma de metal revestida de sabanas y pijamas de algodón, retas a tu cuerpo a comenzar la ignición para el viaje hacia lo infinito. Lo haces con la valentía de quien desconoce el puntiagudo acero de las jeringas desechables y el aceitado licor de los sueros hidratantes. Te dejas arrinconar por las maquinas y los bisturís, que tan solo son un pretexto, porque al buscarlos encuentras libertad, dejando atrás tu infancia con sus cochecitos del grand prix, muñecos de acción y pelotas de fútbol.

Al partir nos retaste a entender el significado del nacer y del vivir. En tu hasta pronto, mezclaste mil acertijos que debemos resolver y que son la alquimia perfecta que transmuta nuestro plomo en oro. ¡Pequeño amante de lo supremo! tu separación grita mil significados. Si tan solo pudiera contener uno solo de ellos y así poder transformar este camino de espinas en un rosedal de amor.

Quizás hoy dejas tiradas tus canicas de vidrio y muñequitos de plástico, pero en su lugar elevas en tus brazos el estandarte del ejército divino. Quizás hoy te quitas el uniforme escolar, pero en su lugar te vistes con la armadura de gloria, forjada en acero del fuego eterno. Así invencible cabalgaras sobre tu bólido de esperanza y derrotaras a la ignominiosa estupidez de este mundo.

Guía mis pasos ángel de fe, porque jamás serás olvido, guarda mis sueños y eleva plegarias por mi, tu quien eres un selecto ángel que portas la espada de la justicia y triunfante haces rugir el clarín de la victoria. Te lo pido porque estas hecho con la firmeza de un pilar del templo del Señor y porque tienes la fuerza para resistir la embestida del huracán de los perpetuos olvidos.