En la penumbra de la frustración de una mujer, entre el humo del cigarrillo y la apariencia de princesa de la gente acomodada que rondaba el sitio, pero qué lugar, el sitio perfecto para pedir que nos maten, entre el aroma a orín y las calles atestadas de carteles de una pasada elección estaba ella y su contendiente, una simple sombra, el vestigio de su humanidad, aunque como ella... también había cambiado.

- ¡Eso, estoy harta de que me obliguen a odiar a personas que me amaron alguna vez, que no me den motivos para matarle como si fuera mi obligación, como si me tratara de una simple sicaria de corazones y a nadie le gusta ser manipulado... a nadie... -

Si bien podemos verlo desde fuera, una perspectiva más bien ajena, se puede contemplar la miseria espiritual en la cual se hallaba sumida y...

-¡Oh! ¡Ya cállate! No soy un estúpido animal y no hables como si fuera un programa ecologista, ¡te escucho! ¡TE DIJE QUE ME CANSÉ DE QUE ME ANALICES!-

... No se nos dificulta analizarla, puesto que en nuestro diagnóstico...

-¡Cállate! Entre lágrimas aún te escucho... -

...predice que probablemente sea lo mejor una nueva terapia, un nuevo antidepresivo para apaciguar este dolor antes de tocar el origen o la base de el problema, el sujeto se niega a facílitarnos su interioridad.