CANCIÓN 17:
Asciende Venus fogosa,
exaltada en nieve estelar,
domina el juego, diversión,
canciones, abrazos, pasión...

Sonrisa que habla soñando,
y nos une el benefactor,
volando sobre un nogal protector.
Fotos, pompas de jabón,
alzando globos por encima del dolor...

Luna que tus ojos guiñas
nácar y azabache,
zafiro plateado al Sol,
cerca las manos
y el aliento arrebatador...

Subir como la hiedra
saboreando la amistad,
saber y sorber las piedras, quisiera,
y conocer el agua que hay detrás...

Se despiden los que siempre quedan,
vuelven, viven en las costuras de mi piel,
figuras que de reojo oigo pasar,
y tiemblo por un sueño al desear...

Cielos y noches eternas, silencios,
besos flotando en copos,
riendo en racimos eléctricos,
destilando esencias en flor...

CANCIÓN 18:
Brutal surgió tu volcán,
estancado, frío, desgarrador,
resina pegajosa
que en tu ser se alojó.

Vampiro negro
en remolino agujero,
jugando al peligro venial,
en mil avernos
tu inocencia se rompió.

Llora mi superviviente ser,
viendo tu árbol triste,
y te dije, te rogué serio,
induciendo a tu esfuerzo
por no caer.
Sí, no, débil rama,
insegura, presa fácil
frente a los vientos de ayer,
te fuiste poco a poco,
convertido al veneno mortal
de la prisa al escapar.

Grito en mi noche,
sintiendo tu terror,
te mando flores oyendo,
tus bailes cantarines de aquel...
inocente tu candor.

Fuiste gacela,
ambigüo dandy, lúcido de fatigas hermano,
hoy siento tu frente perdida
en doble identidad,
extendiendo sus alas
hacia un abismo infernal.

Que nostalgia me invade,
limpias noches de paz
tus cerezas brillaban,
y el verde alegre
adornaba el día de tu mar.

Me hablas de retorno
y te animé, hablaremos,
pero sube a la barca!
cruza el río, no dejes el timón!

Y al anochecer
se aproximó un enjambre,
otro relámpago cegador,
hundido estás ahora
sufriendo tu confusión,
te mando azules bálsamos,
tilos flotantes para calmar el dolor.

CANCIÓN 19:
Trufa helada,
ardiente en tu saliva,
iceberg dulce bailando...
al compás de lenta inmersión.

Chocolate mezcla,
paladar que aviva la lengua,
catarata blanca y limpia...
vértigo, alta pulsación,
oyendo el Mercurio de tu canción.

Susurro mudo,
miradas de mágico balanceo,
ingrávida sorpresa, pudor...
timidez de labios
que atisban la comunión.

Tiempos de espera,
olfato, tacto,
roce del aura...
y caricia de gato.

Espacios de praderas,
visión, oyendo burbujas y fresas,
viento de molinos, edelwais fresca...
instante fugaz en el mar horizonte,
libertad que derrite el monte.

Azúcar fruta de piel,
canela en polvo,
y unas gotas de limón,
burlando los fáciles sentidos...
espuma rendida en explosión.

Almíbar ámbar
de una danza gemela,
latido intenso, lento, suave...
cumbre sellada en clave mayor.

Trufa iceberg,
susurro sin tiempo ni espacio,
por fuera blanquinegro color...
por dentro miel resplandor.

CANCIÓN 20:
Seda en ovillo escondida,
teleraña mi veces rota,
a ciegas palpando,
Traspiés tras otro, surcando.

Aguijón llamando dentro,
felíz con anestesia,
alegre el que ni lo sabe,
sufre mi pecho conociéndole en el viento.

Me mira el ave parlante,
señalando el manantial de oro,
y el árbol canta dulce,
perdido estoy, ante la triunfante flor.

Flecha siempre alzada,
atrapada en tierra, anclada,
luz que añora su cielo,
el viaje hacia la risa escarlata.

Inclinan los astros,
dicen que a pocos obligan,
quizás muchos que callan perdidos,
tiritando por inciertos partos.

Veo el vuelo de mariposas
y el llanto de la mutación,
siento tu esencia de rosas,
silbando en la niebla de nuestra estación.


EL POEMA DESESPERADO:
Érase una vez...
que todos éramos, atropellados,
ávidos, sedientos, hipnotizados,
ruidos múltiples, aires viciados,
zumbidos monótonos, grises,
alegres envenenados.

Y érase que se era...
un llanto acristalado,
ventana caliente
del horror multiplicado,
ego frío, botón desconectado.

Otra vez éra...
tu rostro faro abriendo su ventana,
ojos de risa, niños jugando,
saltando sólo por el sol que brillaba.

Yo era oscilante, cruz y cara,
y tu polar fija, noche clara,
la rueda gira helada,
bajo el manto soñado
de tu cálida mirada...

Desorbitado el viento, aullaba,
la niebla se hizo larga, extensa,
temblando las manos
en las madrugadas.

Vi los ríos de sangre
y las caras desencajadas,
los ojos perdidos, ausentes,
corazones que no se explican, ni entienden,
el rechinar de dientes.

Pero se alza un potente verbo,
un tornado de palabras,
sediento del equilibrio,
cargado de futura abundancia...

Se pasea un fuego
sobrevolando las falsas montañas,
nos miramos cómplices
viendo su llegada,
y los ciegos no oyen
los gritos de madres desgarradas.

Érase y es...
un tiempo que lento, calmo,
que sabe que se acaba,
ley del ciclo circular.

Frutos naciendo, promesas,
quisiera sus nombres repetir
hasta la cuarta generación,
pero incierto el tic-tac me besa
en honda respiración.

Erase que se fue buscando...
un cielo ideal, sufriendo,
saltando al vacío, confiando,
llegó al iris, cuento de hadas,
arroyos, trinos, esencias,
perfumes rosados,
cálidos verdes en los poblados.

Erase que volvió...
de los labios cantarines,
blancas montañas
coronadas en caobas dulces,
tornasoladas crines.
Vino y volvió a marchar
a las olas danzantes,
luce orientes, peina la plata,
sus horas, días que se achatan.

Erase pronto una luna nueva,
aires del éter en sol acuático,
lloviendo su rocío sobre la tierra.
Por las noches leo en tus ojos
y a la mañana en tus sonrisas,
y en mi faro solitario
siento la primavera.

Una vez era...
un corazón alado,
cargado de regalos,
frenado, desesperado,
Inquieto, se quemó cerca del fuego,
calmo, sufriente, comprendió el volar bajo,
y sereno alojó la buenandanza, contemplación.

Érase...
que ronco viene y va,
en uno y mil cuentos
proclamando la locura,
aventuras del Poema,
eterno silbar...
marejada de Canciónes.


Terminan aquí las Veinte Canciones de amor y Un Poema desesperado,
dedicadas tras el óleo que plasmó el maestro, Pablo Neruda.
Escrito por Miquel Mardic, mmardic.