| Las miradas se pierdenoscuridad en los ojos
 tormenta en el corazón
 dolores sedientos
 de lágrimas
 inspiran esta canción.
 
 Érase una vez la niña
 que jugaba y reía,
 buscando
 plumas de ángel y
 golondrinas,
 donde nacen las noches,
 o despiertan los días.
 
 Trepaba de su inocencia,
 para llegar al secreto cielo,
 montada sobre unicornios
 o elevada en algún lucero.
 
 Siempre buscaba un sitio,
 un espacio donde llorar,
 de tantas mieles amargas,
 un día hallo ese lugar.
 
 Su casa,
 ¡¡Su propia casa!!
 Qué sitio más familiar,
 con lágrimas de su madre,
 de pena aprendió a llorar.
 
 Ya no más de alegría,
 ya no más por bondad,
 ya no más por ese cielo,
 y su hermosa luz estelar,
 desde ese día sus ojos,
 lloran calamidad.
 
 Niña,
 dulce niña,
 que triste tu caminar,
 naciste de padre ausente,
 y sin saber amar.
 
 
 
 ¡Puños cerrados vomitan,
 caricias sin cesar!
 De púrpura el rostro pintaron,
 a la que un día te dio a mamar.
 
 Ahora gritando lloras
 te duele el corazón,
 infarto en tus ojos tristes,
 desnudan tú
 dolor.
 
 Desde ese día sombrío,
 llueve sal sobre el mar,
 la luna esconde sus lágrimas,
 pero las tuyas
 las ven pasar.
 
 (Más ellas nacen sabiendo,
 que todas llegan al mar.)
 
 Desgarra tu escudo de flores
 con aureolas de pureza,
 transforma tus gemidos
 de pasiones entre tus piernas.
 
 Niña triste niña,
 el dolor te hace madurar,
 con tu cándido vientre sembrado,
 mañana te has de casar.
 
 Escupe el cielo sortijas
 vacío en noche nupcial,
 antes del primer beso
 el amor fue desleal.
 
 Madre valiente madre,
 tu fruto en el corazón,
 en un segundo tu cielo
 se abrió hacia el amor
 tus lágrimas se evaporaron
 con la luz del niño sol.
 
 Tus pechos felices danzan
 grandes como tú
 propia siembra,
 brotando leche materna
 como un géiser
 en las tinieblas.
 
 
 ¡Qué reino has forjado!
 En medio del crudo infierno,
 reina de mil pesares
 endulzando tus misterios.
 
 
 
 Las rosas se abren,
 las heridas se abren,
 las puertas se abren,
 tu vientre una vez más
 se transforma en
 cuna de flores
 y se expande.
 
 Tan rápido
 tan sutil,
 tan limpio
 tan puro,
 tu sangre elige su niña
 entre las miles de
 este mundo.
 
 Niña luna lucero
 ojitos de arcoíris,
 en la pureza de tu iris,
 nacen brillos
 verdaderos.
 
 
 El mundo grita dos veces
 tu amor dividido en dos,
 aferrándote así a la vida
 con cadena de dolor.
 
 -Sin embargo, y con él-
 
 ¡Puños cerrados vomitan!
 Caricias a conciencia,
 lloviendo incansablemente
 torturas en tu cabeza.
 
 ¡Ah! Que fría
 y amarga felicidad,
 rodeándome están las ganas
 de nunca oírte llorar.
 (Un ángel baja desnudo,
 cobijándose de bondad).
 
 Mujer,
 sufrida mujer
 monumento a la tristeza,
 verso de dureza
 en la oda a
 la carencia.
 
 No llores más
 no llores,
 no llores más,
 te doy mis plumas de ángel
 mi beso
 y mi paz.
 
 Unidos por la sangre
 dolores y alegrías,
 bordando los suspiros
 despertados
 por las caricias.
 
 Tu mirada te encuentra
 mis manos te dan calor,
 despejando tu cielo oscuro
 de tormentas del corazón.
 
 Recupera tu inocencia
 mi sombra te cuidará,
 secando tus nostalgias
 y tristezas al llorar.
 
 La bella mujer
 el ángel,
 su rostro en el
 pecho de él,
 soñando una
 vida nueva
 bajo el árbol
 del renacer.
 
 Sufrida y valiente madre
 termina
 esta canción,
 te siembro
 amarillas rosas
 en recuerdo
 de nuestro amor.
 
 
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