La neblina incesante de la noche, perpetró de un momento a otro la senda tenue y ligera de aquel hombre, quien con parsimonia recorría el viejo camino. Acompañado de sus dos intrigantes valijas sentía como le era indiferente el frío o el calor, la neblina o la lluvia, la distancia...
Sobre la otra acera una mujer joven frágil y escuálida adelantaba su camino, con un vaivén muy particular que insinuaba una alegría contagiosa, producto de un excelente resultado en uno de sus exámenes finales en la Universidad.
El hombre, se percató de la presencia de la joven, y al mirarla de reojo, dejó descubrir su malévolo plan al sonreír de una manera picaresca.
La joven se dio por enterada de la situación y decidió acceder al juego, cruzando la acera. Al igualar el caminar que el hombre generaba, lo observó continuamente durante unos pasos, y al sentir confianza, decidió presentarse, comunicarle el motivo de su alegría, y su deseo de celebrar esa noche.
El hombre la observó, y le comunicó que no era mala idea.
Fue entonces cuando ella planteó la idea de que se dirigiesen a su casa, ya que era relativamente cerca y los esperaba una botella de vino aun sin destapar.
El hombre estuvo de acuerdo, y al compás de unas cuadras, durante las cuales ella no ocultaba su curiosidad por el contenido de las valijas, se encontraron frente a la puerta del departamento de la joven. En donde él, aun no revelaba su secreto.
Al ingresar al cómodo departamento, el se situó en la sala, mientras ella entró en un cuarto y pasionalmente salió al rato, luciendo un vestido muy sexy, que generó en él, las mas inimaginadas ideas.
Ella se dirigió entonces hacia el, cos dos copas de vino en su mano derecha y una botella de vino. Se sentó junto a él y comenzó a tejer el juego de seducción que deseaba satisfacer.
Luego de unas copas, ella continuaba intrigada por el contenido de las valijas, y cuya intriga quedo suspendida, ya que el hombre le comentó que si continuaba con su idea, él partiría de allí inmediatamente, ya que no toleraba tanta insistencia.
Empezaron entonces a satisfacerse con los sabores del sexo y la pasión, pero ella nunca desprendía su mirada de las valijas. Fue entonces cuando el colocó una de ellas en la mesa central de la sala, la abrió lenta y misteriosamente y sacó todos los implementos creídos y por creer de un sadomasoquista imperante. Hizo que ella se colocara los interiores, el brassier y el antifaz, mientras el se preparaba con su interior, y con un aceite que luego frotaría sobre la suave y tierna piel de la joven. Durante su sesión pasional, jugaron con el látigo, él aplicó cera caliente sobre ella, y fue tanta la pasión que generaban que la sangre que brotaba de uno de los mordiscos fue quien intensificó aun mas el momento. Ella, satisfecha por su juego y un poco asombrada por la naturalidad del hombre hacia los objetos, continuaba observando y preguntando por el contenido de la otra valija, ya que se imaginó que habrían cosas mucho mas impresionantes, pero él continuaba negando que abriría dicha valija.
Fue tanta la insistencia de la joven, que exasperó el genio del hombre, quien en un movimiento brusco, golpeó a la joven, enviándola sobre la mesa central, de la cual ella caería al piso, luego de caer inconsciente al golpearse en la cabeza.
El hombre un poco asustado, ya que ella no respondía, despojo de su disfraz a la joven, recogió rápidamente sus pertenencias y decidió evacuar del lugar.
Ya en la calle, y ante los nervios que le generaban el haber ocasionado el accidente, decidió prender un porro, cuando ya aparecía el alba.
Luego de caminar varias cuadras, de calmarse y olvidar lo sucedido, decidió detenerse, apagar su porro con la planta del pie y observó a su mano izquierda una iglesia, que con sus campanas anunciaban la primera misa del día.
Colocó aquella misteriosa valija que generó intriga durante toda la noche, en el piso. La abrió, y en ese momento aquel hombre se puso su sotana, e ingreso al lugar.
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