STANLEY
“La paz individual o nacional es imposible si no nos esforzamos en vivir en la verdad y en la no violencia. La ley del talión nunca se ha visto coronada por el éxito”.
“El crimen es una enfermedad como cualquier otra, y es el producto del sistema social imperante.”
(Mohandas Karamchand Gandhi)
El niño corría sobre el llano verde, su velocidad era impulsada por su libertad, parecía explorar los límites de su vida, e incluso muchas veces regresaba a su hogar perfumado con las rosas del campo, sus ojos brindaban el más fiel retrato de su ser, se veía feliz con una niñez con alegría e inocencia.
El era un hermoso niño moreno, su mirada reflejaba su alma pura, con solo 10 años había experimentado los sabores más ricos de la vida natural, la pobreza material no fue motivo de tristeza en su vida, le alcanzaba para comer y eso bastaba.
El amanecer, la mañana, el atardecer y la noche se mostraban tan vivas y claras en cada unas de sus etapas, eran el complemento natural, perfecto para que se llevara a cabo su mundo de ensueños, caricias, amor y honestidad. La madrugada recargaba su esperanza y vitalidad.
Cuando salía a correr por el llano escuchaba pájaros, y animales silvestres, en su conciencia la voz de la selva siempre hablaba y decía:
Lo natural regala la capacidad al hombre de interpretarse como libre en su ser racional, la humanidad se debería acondicionar a los signos vitales de la vida, amor, verdad, paz .Entender a natura no es difícil, sino complejo. Lleva su tiempo, pero si sabemos asociar fuera del ego la naturaleza con lo humano, el mundo con igualdad y justicia no sería una Utopía sino una realidad.
El niño nunca le tuvo miedo a esa voz que parecía arrancada de la selva y retumbaba en su cabeza como el agua en la cascada, pero tampoco las entendía, lo importante es que las vivía y con eso alcanzaba.
Quizás existía otra opción…. Pero en ese momento todas las luces estaban apagadas, su madre no encontraba respuesta más que en la ciudad, debían partir, eran muchas las razones, y fueron explicadas una por una al niño, pero él, poco entendía los problemas de los grandes, el niño solo sintió el hecho, los antecedente para el solo fueron excusas de grande.
Fue la primera vez que él sintió tanta decepción y desilusión al mismo tiempo, él era obligado a dejar su mundo lleno de vida, paz y naturaleza.
Stanley pisó el cemento de la calle, sintió el rigor con que vive la gente de la ciudad, su velocidad empezó a ser impulsada por los otros chicos que querían robarle su almuerzo escolar, los límites impuestos por la sociedad intolerante empezaron a vaciar su vida, la discriminación giraba en torno a su color de piel y su clase social, empezó a llegar a casa lleno de heridas provocadas por las peleas callejeras entre niños, se volvió sobrevivencia pura, urbana, esclavizante, violento, lleno de miseria y pobreza.
Su mirada se llenó de rencor hacia la sociedad, con solo 11 años había experimentado todos los sabores del dolor, la injusticia y la desigualdad.
Al amanecer él despertaba triste, en soledad maldiciendo la ciudad, a la mañana le esperaban las miles de pelea por su vida, el atardecer servia de excusa para ganar su popularidad sobre lo bien que sabía defenderse en las peleas, a la noche empezó a guiar su pandilla de niños-jóvenes.
El niño se transformó en la persona más violenta y agresiva de toda la ciudad, tendencia que siempre respondía a la sobrevivencia, la vida social y urbanizada que le habían enseñado no a vivir sino a sobrevivir. A la madrugada empezó a frecuentar la comisaría y los castigos que en ella aplicaban.
El sonido del hip-hop parecía dominar sus pasos, y las letras eran el perfecto lugar de encuentro con gente que pensaba como él, la discriminación y el ojo por ojo eran moneda corriente.
El mundo urbano le brindó un camino hacia el abismo y la desesperación, stanley cayó al abismo y pudo salir volando con esas alas de niño, recuperó esos ojos de infancia. Justicia y redención coaccionaron.
Empezó a practicar paz, amor y honestidad dentro de la cárcel, pero la sociedad urbanizada no practicaba estos fenómenos de natura, y nada fue suficiente para el gobernador de California, Arnodl Schwarzeneger, quien decidió que solo la muerte era lo que convenía para Stanley, sus crímenes y sus delitos se pagarían con la inyección letal por sus venas, Arnodl, que todavía parecía que no se había cansado de enfermar a las mentes de niños y jóvenes con sus películas llena de violencia y muerte, no tendría piedad con el numerosamente nominado al premio Nóbel de la literatura y la paz, Stanley regreso desde las celdas a aquel mundo vital, fresco, esencial y pacífico, quizás fue eso lo que no alcanzó a entender el cerebro de Arnodl “Terminator” Schwarzeneger, quien todavía no aprendió a distinguir entre la vida real y sus películas, entre el amor o el odio, entre la mentira y la verdad, entre la paz y él.
El niño murió, pero sus ideas quedaron expuestas al mundo para quien quiera retomar los fenómenos dignos para la paz y el orden humano.
Hoy sus ideas brillan en un papel, pero más brilla en aquellos que conocemos su camino de redención, armonía, paz, amor, no violencia y dignidad.
(Dedicado a la memoria de Stanley “Tookie” Williams)
1953 - 2005
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