Cuando el cuerpo enferma descubrimos que la vida es más importante que la muerte. No necesitamos hablar de las malas formas de vida, sino de una sola vida, de la mía. Hasta hace poco viví mal, es decir, sin importarme el paso de los días. Desde que estoy enfermo descubrí que las horas no son gratis, que las vamos pagando poco a poco, con pedazos de existencia. Existir no es fácil. Lo más dificil es tomar en cuenta que existimos. El universo no es impoluto como creemos, es más bien un lugar escueto, trastrocado, mal hecho. Quizás en la mala hechura está la magia, pero no es impoluto, repito, NO ES IMPOLUTO. Es un sistema aciago, en espera de su autodestrucción. En lo que explota, nos hace explotar antes a nosotros. Desconfío de la existencia de dios, y no por ser ateo, sino por la absoluta contradicción de las leyes físicas que me dominan ¿Cómo me pueden explicar que vivamos en mundo redondo con la sensanción de estar en tierra plana, conociendo de antemano que la fuerza de gravedad nos provoca esa ilusión y sin volvernos locos con tal idea?

Somos peor que los animales. Creemos razonar y estar sobre todas las cosas. Lo que sabemos hacer bien es engañarnos a nosotros mismos, recurriendo a temas manidos llenos de tópicos religiosos o científicos y transigir así con mentiras para calmar nuestro pavor a lo inevitable.

Y toda esta basura que he escrito, ¿para qué? ¡Ah!, para decirles que me duele la cabeza y que por eso el mundo me sabe a mierda pura.