NOTA: Continuación del tema de los anteriores poemas. En este, el "tío" citado en el anterior, se ""echa su cuarto a espadas"" en el conflicto entre el mulato y la dama flaca.
Esta cosa no esta pareja.
Esa vieja fea y añeja,
ya me tiene muy aburrido.
Su ronquido… es un bramido
y dormir no me deja.
De verdad que es cotorra,
habla hasta cuando duerme
y en el día, también sola conversa.
Me repite: no le merme
cuando se pone pedorra,
y me pone de frente a su reversa.
Al mulato no lo conozco,
solo por su parcial referencia,
pero no lo creo tan tosco,
al saber que le negó su experiencia.
Yo aquí intervengo,
al darme cuenta del conflicto,
pues en esto no soy estricto.
Soy el tío, rico y guapo, ya mentado,
por aquella vieja dama,
la que habla de la hamaca y de la cama;
pero ni siquiera me ha tentado,
ni aquí, ni allá, ni hoy, ni ayer,
pues aquí me zampó al baño,
y allá me negó el placer,
y hoy ya cumplimos un año,
de no saber ni que hacer.
Por eso hoy este tío la abandona,
y lo grito a todo pulmón,
sin el más absoluto recato,
y aunque me maldiga la solterona,
le entrego amor y corazón
a usted… codiciado mulato.
Y aunque lo mío no es la palabra,
y de poesía no sé un real,
mi vida con ella era macabra,
pero con usted, lo sé, será bestial.
¡Y ahora no quiero queja,
pero esta cosa no esta pareja. ¡
En el siguiente poema ("Esto ahora sí se emparejó") el mulato responde y llegamos a un final feliz de este entuerto. Te invito a leerla. |