¿Y quién te dijo que te amo más que a nadie en este mundo?
¿Cómo pudiste pensar eso? ¿Como yo pude hacerlo?

No amo más a tus ojos por ver mi reflejo en ellos,
tanto como a los míos por dejarme mirarte y contemplarte.

No amo a tus manos que me tocan y me recorren más que a las mías que acarician y rozan no solo tu cuerpo, sino también tus sentimientos y pensamientos.

No puedo amar más a tus brazos que me acogen algunas mañanas, tardes y noches
de lo que amo a los míos que te mecen y te pasean por la tierra y por el cielo.

Imposible amar más a tus piernas fuertes y perfectas que a las mías,
que valientes se apresuran hacia a ti cuando te veo venir.

No puedo amar más a tus labios que me besan llenos de pasión y ternura,
que a los míos que se entregan sin condiciones ni reservas.

No puedo amar más a tu cuerpo que me regala viajes hermosos y placenteros
tanto como al mío por ser parte de ti en aquellos momentos.

No puedo amar más a tus pensamientos por ser yo distinguida visitante en ellos,
que a los míos, por ser tú, en éstos, un huésped eterno.

No puedo amar a tu corazón por ser tocado por mis sinceras intenciones y deseos
tanto como al mío que te ha elegido como dueño.

Imposible permanecer más enamorada de tu amor, que enamorada de la forma tan especial en la que te amo yo…

Perdón si algún día dije amarte más que a nadie en este mundo, por que no es cierto.
El mayor error que podría cometer es amarte a ti más de lo que hoy me amo a mi.
Después de haber estado tú, aquí, en mi... ¡que absurdo seria eso!