Tendemos a obligarnos mutuamente en cuanto a las mujeres (y a darnos fracasados consejos de comportamiento en cuanto a ellas, mutuamente). En el fondo, ese fracaso del otro nos alegra… nos une así más en nuestro mariquismo. Finalmente, fracasados en nuestras relaciones debido al seguimiento dado a los consejos (“No, chamo, cuando dice no hay que…” etc. y por el estilo), e ignorantes en cuanto a lo que las mujeres son (ignorancia basada en el principio erróneo de “todas las mujeres”) tendemos a convertirnos en una suerte de violadores tratantes de “cosas” o en buscadores de mamá. Nos volvemos agresivos, pero nos hacemos “Hombres”.
…

Ahora escucha bien: la mujer está enfrentada al “hombre”
(y al intento del “Hombre” de convertirla en “Mujer” (sexos enemigos))