Recorré de nuevo las montañas
con paso lento y pausado,
me detendré de nuevo
bajo el mismo árbol que ayer
me brindó su fresco aliento.
Y cuantos me vean no comprenderán
la razón de mi caminar,
y tan solo me oirán cantar
vagando por los caminos,
por las cruces y los cruceiros,
como un fantasma aparecido
bajo la luz de luna en el bosque
o bajo el duro sol de la llanura.
Y mis manos serán ya viejas,
arrugadas, ásperas como la tierra,
agotadas de escribir tantas letras,
mis labios negros y resecos
por no poder besarte,
y mis pies... mis pies
serán mis zapatos viejos
con tus recuerdos como cordones
atados, atándome a los suelos.
Seré viejo, seré ciego,
seré loco o ya muerto,
pero seguiré persiguiendo un sueño,
una gota de luz en el infierno,
hasta dar alcance a mi alma
no detendrá mi caminar,
ni el viento, ni el hielo,
ni leyes, ni hombres,
ni dioses largo tiempo muertos,
no, mientras no pueda
entregar cuanto tengo
a la dueña de mis versos
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