Te cuento las noches
que han pasado, sobre ti calando,
sin que apuntes una pena
que ya has perdido.
Camino en los surcos húmedos que dejas,
en ese gélido y opaco pasillo,
solo me sonríes; para después
gritar que estás con celos.
Cuando la toalla colocas
para cubrir tu rostro, y secar todo,
y no estoy en ese instante;
espero te acuerdes de mí.
Sobre una pared, casi sucia, te acomodas
a tu leve modo; te volteas para vernos
y muy suavemente me murmuras;
pero no entiendo nada.
Creo que en ti toque algo más que el corazón,
siento lo grande que eres, y cuando pequeña estas,
me levanto ante ti, después de tocar
lo que creo es el perfecto contacto.
Entre días y días que ya han pasado
en ese cruel otoño de atrás,
no existió noche en que te tuve.
Las mañanas perfectas para el desayuno
se perdieron,
las sombras perfectas para un leve descanso
se fueron,
las horas lindas para los dos; pero sin noches,
ya están evaporadas,
esos días fueron de lamentos.
Te entrego un cuento
contado por la noche, limpio de sudor
bañado en pesares.
|