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Mis dias de lagartija y otras obsesiones

Las ocurrencias de niños son a veces sarcasticas, esto que aqui narro es veridico y todavia me pasa que le sigo encontrando cara de diversos animalitos del 'zoo' a las personas, ¿sera que todavia no he crecido?...

En el colegio cuando párvulos, nos aburríamos de tanto en tanto… Para contrarrestar el tedio inventamos apodar a los presentes con nombres de animales...

Advertidas las asombrosas analogías entre los rostros de las personas y de las bestias, extendimos la jugarreta a los visitantes. Sentados al lado de la ventana la diversión daba lugar cuando se abría la puerta de entrada y aparecía cándido y memorable el nuevo personaje. Nuestras risitas irónicas nos llevaban por caminos de la quimera y el asombro…

Al quedarnos con nombres en nuestra 'Arca de Noe' imaginaria, decidimos extender el parque zoológico al azar de la puerta abierta por sorpresa… Los que gozaban de mayor presencia eran los familiares directos de los primates. No nos figuramos en un principio tanta humanidad emparentada con esta suerte de perspicaz antropoide. Luego de constatar las diferentes variantes de la misma especie, estuvimos por darle la razón a Darwin: En cualquier momento asomaría en el establecimiento esplendoroso e impertérrito el 'eslabón perdido'…

Nosotros, para no ser menos, también nos habíamos puestos motes: mi compañero de banco se satisfacía en su figura de iguana con ojos pequeños y de mirada oblicua, chasqueaba la lengua en dirección a las faldas cortas de la profesora de piano.

El tono mordaz se vislumbraba aún más cuando el parecido de los profesores estaba al tono con el tema de la clase: la disección de una ranita o la importancia del retículo endoplasmatico en las células…Le veíamos cara de mamboretá al profesor de biología y de caballo al de historia. La señora directora de estudios daba tantas recomendaciones con su diminuta boca de gazapo que sus discursos eran solo de conejos. Y la preceptora con sus ojillos de gorrión picoteaba el sándwich
histérica y cacareaba como una gallina clueca, hablando siempre de la’ ponencia’ de matemáticas. El licencioso de filosofía lo único que sabia decir era:’el hombre es un animal social’…
¡Habíamos apodado tanto!... ¡Habíamos reído mas!...

Cuando tocaron el timbre del recreo, me llamaron por mi nombre y me desperté sobresaltado buscando a mi amigo: pero, no lo encontramos más.
Por la ventana que daba al patio vi una minúscula iguanita azul que se
Deslizaba urgente y feliz bajo la puerta hacia su libertad.

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Texto agregado el 27-02-2007, y leído por 279 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
28-02-2007 pese a lo dificil y terrorifico que es el mundo con ojos de niños, siempre se extraña esa edad.... Un cuento precioso, lindo final. Un beso Ursulita
28-02-2007 a mi tb m gusta el final.. por cierto, lo de mierda es porque cuando llegue a esa parte del poema.. dije, menuda mierda que he escrito.. no es merecedor de todas esas estrellas.. la gente no tiene gusto! jeje. un abrazo! LaMillan
27-02-2007 Vaya, vaya... que cosa más linda he leído esta tarde. Creo que he quedado con ganas de seguirte leyendo. Muy bueno, sobretodo cuando haces ese recuerdo y lo llevas de manera excelente. Un abrazo. ***** bohemio5
27-02-2007 coincido con Ricki, cuando contamos de nuestra infancia aflora la ternura. el final muy bonito. un beso y mis ***** alexandrocasals
27-02-2007 Los relatos con evocaciones de infancia tienen estas sorpresas. Tu texto es bueno, bien propuesto y con un desenlace adecuado. Un beso y mis votos. Ricki
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