Todos los días, por la gris avenida, veo rápidas figuras que caminan sin parar. Brillan con colores bellos y duermen mis sentidos con su luz. De pronto se divisa una silueta sombría, un torpe caminar cansado, lento e inseguro. Parece anciano, parece muerto, en solemne aire envuelto. Corro y a él me acerco. Alcanzo su hombro y voltea. Descubro que es joven y veo, en su mirada, mi gris imagen reflejada.
Continuamos separados en el caminar pausado por la avenida.

A veces falta encontrarse, a veces estamos donde menos lo imaginamos...