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La última vez que lo vi a José parecía otro tipo.

(para Carugati que nunca
va a trabajar en telefónica)


La ultima vez que lo vi a José parecía otro tipo, y a juzgar por las apariencias estaba mucho más bilardista de lo que habitualmente lo solíamos ver. Me lo encontré en la boca del subte de Constitución, según me dijo había conseguido trabajo en Telefónica de Argentina, estaba trabajando en la parte de sistemas, no sé muy bien a que se refieren cuando hablan de sistemas, pero bueno, supongo que para eso había estado estudiando los ocho años y pico que la pobre vieja le había estado bancando los estudios.
Ahora que me pongo a pensar la verdad es que debería haberme hecho el pelotudo y seguir caminando, y dejar que él fuera quien me parara y saludara, pero viste como es uno, demasiado campero para estos lugares... así es que no dudé en gritarle –Pepe!!!!, (al parecer nadie le llamaba Pepe desde hacia un tiempo, porque ni siquiera se dio por aludido ante mi primer intento de llegar a él). Volví a gritar su nombre nuevamente pero el ruido de un colectivo pasando a gran velocidad por al lado mío se me llevo las palabras... es por eso que decidí correrlo y alcanzarlo, lo tome del brazo, no se porque no se asustó, pareciera como si supiera que era yo.
Cabezón!!! - me dijo. ¿Qué haces tanto tiempo?. Acá ando le dije, vine porque salieron un par de cosas para hacer en la Capital y bueno, deje a la familia allá y me vine para la capi. Hacia ya un tiempo en que me había vuelto al pueblo, mi señora, desde las épocas de estudiantes que quería volverse y yo que nunca le pude decir que no, decidí regresar, a pesar de que Las Flores no es la misma de antes, hay muchas cosas que están igual que cuando era chico. Le explique todo esto a José Manuel Gutiérrez Ing. en sistemas, (al menos eso era lo que decía su tarjeta de presentación, la que cual me dio ni bien le pregunte que era de su vida) pregunte si hacia mucho que no lo veía al liebre (otro de nuestros amigos en común) a lo cual me respondió que no, que no sabia nada de él.
Me comento acerca de la importancia que tenia su nuevo trabajo, de que aparentemente sus superiores estaban muy contentos por su desempeño, y que supuestamente tenían planeado un ascenso para él, me puso muy contento, siempre había querido trabajar en una empresa grande de esas, de las que se llaman multinacionales, para mí el placer pasaba por otro lado, pero bueno, cada uno posee sus aspiraciones en la vida, además ya habíamos discutido mucho entre el Hormiga, Pepe y el cabezón (que vengo siendo yo) sobre la “realización”.
Le dije que porque no arreglábamos para tomar un café mas tarde, que ahora los dos estábamos apurados y que no teníamos demasiado tiempo, además diez años sin vernos era mucho, ya hacia unos cuantos meses, cuando yo me volví para el pueblo que no nos veíamos, imaginate todas las cosas que teníamos para contarnos. Ya sé le dije: toma, este es el teléfono de mi celular. Llámame cuando salgas de laburar, que yo no estoy demasiado apurado para volverme al campo (después de todo al lado de capital el pueblo es campo), así vamos a algún café a tomar algo y charlar un rato.
Bueno me respondió, y le anoté en la tarjetita que te dan en el subte el número de teléfono del celular que llevaba conmigo, el cual me lo había prestado mi cuñado, el hermano de Natalia mi señora para que tuviera algo para comunicarme con alguien en caso de que pasara algún contratiempo en mi viaje, al parecer le había encontrado una utilidad a la porquería esa que desde que la agarré no ha hecho mas que complicarme la existencia, olvidándomelo en cada lugar donde estuve.
Le dí mi tarjeta (es decir la tarjeta del subte) a José, y nos saludamos prometiendo encontrarnos mas tarde en algún bar de esos que abundan por las calles de Bs.As.
Salí caminando, no sé porque, decidí darme vuelta para ver marchándose de espaldas, vestido de ejecutivo, al tipo que tantas veces había ido a buscar para jugar al futbol, para salir un sábado a la noche, para estudiar matemáticas, había pasado el tiempo, demasiado tiempo ya no éramos los mismos, yo no sé si era el cabezón, pero estaba seguro de que Pepe ya había dejado de ser Pepe. Maldita la hora en que lo ví arrojando al aire, rota en mil pedazos aquella tarjetita del subte.



cienfuegos
19-II-2004

Texto agregado el 19-02-2004, y leído por 404 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
20-11-2004 Me encanto! Es una de esas amistades que no valoran lo que tienen!? Muy bueno! Jesyk
27-06-2004 es que me quedo sin palabras... me da penita)= pera está bueno tania16
17-06-2004 Che! qué bueno! Caruga debe sentirse más que orgulloso. Me gustó mucho. Es tan argentino y tan válido para todos...! neftali
12-06-2004 Dentro de x años este cuento seguirá siendo válido, por que siempre habrá tipos de esos que no saben crecer. driade
22-02-2004 Bueno... maxsarmientomoreno
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