'Marìa, Ay.'

Recordaba vagamente unos minutos transcurridos antes, un deja-vu fue eficiente, tal es asì que cuando madrugaba una tos le sacudìa desde la
espalda hacia el pecho; susurraba, gemìa y
volvìa a acostarse, una sensaciòn de paz
interior que duraba minutos, no era suficiente,
su adiestramiento tendrìa que ser duro. Un
golpecito, otro golpecito... y le pareciò que
algo querìa decir. Marìa, las cosas son asì: Una luz roja crea el ambiente adecuado, los muebles no los toques, ahora cuando te quite la venda de los ojos podràs observar, eso si, permaneceràs mañatada el tiempo que considere necesario, y mientras... jugaremos un rato.

-Ven acompàñame, y lo haràs a cuatro patas, ¿O
te pensàs que vas a caminar como una persona?.
-Ahora levàntate, pareces un animal.
-¿Tienes ganas de orinar? lo noto en tus ojos.

Anda, hàblame.- Marìa no dijo nada.
¡Haràs todo lo que yo te diga! ... primero vas a
acostarte en la cama y me vas a esperar hasta
que vuelva... entendiste?. No pienses que te vas
a escapar como una perrita que mea en un àrbol y
se va.
Sonò el portazo y... salì de la habitaciòn, fui
de compras, plena madrugada. Algo abierto
habrìa... tuve suerte, encontrè algo abierto. Un
bar... no estuve mucho tiempo, habrè estado unas
ocho o nueve horas, me bailè unas canciones con
compañera de baile, y a eso de las 4 o 5 de la
tarde se me da por regresar.
En el camino de vuelta me encuentro con un
individuo que quiere acostarse con las mujeres
de mi harem. No me detuve demasiado tiempo, asì
que seguì caminando hasta que divisè la puerta,
me habìa olvidado las llaves, yo tan meticuloso,
me habìa olvidado las llaves. Sin embargo, la
puerta se abriò dulcemente, metì la mano una y
otra vez, y no encontraba la llave, creì no
recordar donde se encontraba la ventana, pensè
en que si alguien viese que querìa voltear la
puerta existirìa un timbre, y los vecinos no se
alarmarìan si presionaba una y otra vez, resultò
que tal vez quedò abierta. lo que me facilitò el
tener yo que no usar la llave. Cosa rara que
estuviese abierta si, eso me lo preguntè en el
momento en que entrè. Habìa alguien mas, podìa
percibirlo , y ya era tarde para llamar a un
vidente. Ya me habìa ocurrido que nunca se
parecen a los personajes de las pelìculas, y mi invitada permanecìa en silencio y eso me agradaba. Cuando entro en la habitaciòn me asombro de lo que veo, recordaba yo que ella a veces, ingenua y
torpemente decìa alguna que otra palabra, querìa
causar sorpresa o simpàticamente decir alguna
frase coherente, cosa que con mucha dificultad o
no, no lograba. Incluso me pidiò que le enseñe,
cosa que me negè alegando que primero deberìa
pasar por un duro entrenamiento que no se
limitaba a escuchar y mirar simplemente. Carecìa
de la espontaneidad necesaria incluso, y el adiestramiento serìa largo. A tal punto que yo
era su DIOS, pensaba en que oraciones me
gustarìa oìr, y le dije que oraciones me
gustarìa oìr. Que no sean muchas, y que las
repita. Obedeciò fielmente, escribiò algunas
frases, se arrodillò y me rezò... durante unos
largos años. No me asombrò verla con los brazos
extendidos hacia los costados y los pies hacia
arriba, colgada... me acerquè a ella, y la
sacudì una y otra vez, no reaccionaba, sentì un
frìo cuando la toquè que pensè en llamar al
mèdico. Me arrodillè, le abrì la boca, y habìa
sangre en su lengua, le faltaban los incisivos y
los molares, y lucìa moretoneada. La desatè, y
la metì en el ropero. Al rato, un vecino me dice
que habìa visto algunos merodeadores, llamè por
telèfono a la policìa, les contè lo ocurrido y
luego me acostè, y me despertè con una sensaciòn
de deja-vu. Recordaba vagamente unos minutos
transcurridos antes.

SerKi