La semiótica mortal es flor de pura adrenalina...
Breves retazos de una noche en puerto lunar.
Con cariño a la sombra que se desliza debajo de tu cama.
El trasnoche embriaga, derroche. La oscuridad habitual muestra el gélido aire de un frío que nunca existió, mas bien, de haber parido, las cosquillas, hubiera soplado caluroso. La algodonera se queja trastornada de refucilos, la pradera refleja el gestor de un notable tentempie, de luna oculta y la hora en las manecillas digitales apunta alegremente en la agenda del amanecer, mientras el remolino de la susodicha pasión se arma de engendros inmutables. La hospitalidad celosa de la vida. El árbol mudo salta en espiral por la barranca chillona con ruedas de cemento. Un manto santo encadena cansada se relame en la cama. La aspirina en llamas de regalo sorpresa, late con vericuetos desiguales el tacto en lo hondo de tu esencia. El crujir de la madera, tacos de aguja define su andar, y roza la piel de la puerta. La alfombra al infinito de duro lamento incognoscible. La inercia actúa en la boca por el pozo que se cae, disfrazada de caramelo en la melancolía de una suavidad su alma al rescate llama. Saborea la oscuridad, galope en su vientre. Tira la cuerda, abraza el viento, besa el suelo. El ardiente pliegue de los labios de tu subte palpitante, orgasmos explosivos. Huele a incienzo oriental, sandía y alas en la mar de los días. El hechizo de la falda menea insaciable, la planicie celestina. Curvas! que son días oscuros, filas! que son noches negras. the death looks for... the death find. ¡muera muera!
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