Dejé que su voz me guiara por el camino del recuerdo, no se como sucedió pero nos reconocimos en el tiempo, una y otra vez.
Observamos juntos tantas lunas, tantos soles, tantos cielos.
El primer beso amor, cuanta pureza, cuanta ingenuidad compartida en ese beso.
Nacimos en la misma aldea, nos criamos juntos corriendo por el campo, trepándo a esos frondosos y añejos árboles que bordeaban la vera del arroyo.
En un viejo roble construimos la casita de los sueños, entre juegos y anhelos cumplidos, días, horas y usted siempre usted.
De esa tarde, la del primer beso, conservo el sabor de su boca, aún siento palpitar su pecho junto al mío, aún siento como temblábamos, como se erizó nuestra piel amor mío.
Usted contaba con dieciséis años yo catorce, fuimos hasta el arroyo como lo hacíamos todas las tardes, dibujando sueños entre suspiros...
Recuerda?
cuando estábamos por llegar yo le jugaba una carrera y me trepaba rápidamente al árbol?, aquella tarde se enganchó mi vestido y tropecé cayendo al arroyito, y usted cariño se avanzó para salvarme, y cayó de pompis sobre las piedras... que golpazo!!!!
Quise darle mi mano y me atrajo hacia usted, quedamos contemplándonos...
Las gotas de agua caían sobre mi cara que estaba encendida por su mirada. Sus ojos reflejados en los míos, hacía frío, pero detuvimos el tiempo en ese instante.
Todo se movía lentamente muy lentamente para no perder detalle de ese momento sublime.
Su mano apartó un mechón de pelo mojado que caía sobre mi cara y sus labios se posaron en los míos....
Comenzaba nuevamente la magia del amor, ese que guardamos tanto tiempo en nuestros corazones ahora se mostraba palpable, a flor de piel.
Jamás olvidé ese primer beso que se repitió una y mil veces hasta el momento de mi partida.
Siempre la misma frescura, la misma intensidad, el mismo e intenso sabor dulce del amor.
Y cuando ya no estuve, en cuerpo presente amor mío, volví en cada gota de lluvia de las que tanto disfruta cuando le pegan en la cara, en ese tibio rayito de sol se filtra en las mañanas por la ventana de nuestro cuarto y le acaricia suavemente como una suave brisa, y cuando siente que el viento asota su rostro soy yo que le beso con pasión...
Jamás dejé de amarlo, jamás me alejé de su lado y usted lo sabe, estamos unidos más allá de lo que la razón entiende.
Lo amo...
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