Sentado en una piedra observo como el viento acaricia mi cara y peina mis cabellos como si fuera el destino manejando una vida a su antojo. Susurra palabras que ya empiezo a comprender. Habla el mismo lenguaje que el río, que con su cauce enseña lo que la vida quiere decir.
Desde la altura desta montaña, sobre el nivel del mar y del espíritu humano, sobrevengo en pensamientos que van girando alrededor de todo lo entrelazado.
Nada existe si no sabes mirarlo. Alguien mas sabio me dijo que no hay que ver solo con los ojos, y que éstos hay que cerrarlos para verlo todo tal como es.
Ahora en nuestra soledad podemos observar las caricias que la tierra nos presta, tu y yo sabemos, Zaratustra, que los recuerdos elevan a esta altura cuando puedes comprenderlos.
Ahora el resto de nuestras vidas ésta allá abajo, nos hemos elevado y abstraido a otro lugar, fuera del alcance de las manos de la situación, somos el hombre solo ante el mundo, sentados junto a la hierba donde reposa la tranquilad.
Mañana volveré a la realidad, pero ahora observaremos las estrellas con los ojos cerrados y dejaremos que el silencio borre el tiempo en nuestra piel ...