Que descansada vida la del que huye del mundanal ruido...
versos tan preciados, que aconsejan huir de la urbe.
Sin embargo, mi trabajo está allí, donde cada ser humano es un número, evaluado por su "producción", por su eficiencia, por su capacidad de trabajo,
y el "éxito" que ello genera.
Rara palabra aquella, éxito,
que miden los demás por las conquistas económicas,
sin apreciar el costo en la calidad de vida que llevas,
evaluando hasta lo más íntimo, tu paz.
Y pasamos a ser parte del sistema,
aquel que desconoce tus talentos,
tus sueños, tus problemas,
incluso tu vida personal.
A quien le importa lo que somos,
sólo cuanto aportamos a los resultados,
generando una suerte de actuar automático,
que nos aplasta como una aplanadora.
A pesar de ello, sueño,
soy feliz con las cosas simples,
con una flor silvestre que aparece en cualquier lugar,
con un gesto amable de cualquier desconocido,
con un almuerzo, un café,
un cigarro a la sombra de un bello árbol,
en fin,
siempre adelante con energía,
sacando fuerzas del sol y de la lluvia cuando aparece,
y del amor,
aquel que está presente en todo ser humano,
para dar y recibir.
Creo en la vida,
creo que hay que vivirla hasta el último segundo,
apreciando cada momento,
incluso los difíciles.
Simplemente sueño,
y con ello
disfruto mi trabajo,
cuidando de la gente.
Me gusta trabajar.
(A todos aquellos quienes formamos parte del sistema) |