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Pinche ángel caído.
Era un pecado: acostarse con el pasado.
Los que cogen con el pasado, mueren, envejecen.
Se enamoran de los ayeres y se quedan ahí para siempre.
Tiesos, congelados, sin poder volver...

Paco Ignacio Taibo II (según lo recuerda el autor)


El Mounstro
Por Paco Valencia

¡Anda! Se mi cuerpo, solo eso te falta. Mastica mi carne. Se cruz rota de templo, ¿algo más te digo? Ya todo lo sabes, todo lo he dicho ¿me provocas? Llévate el pasado, está en esa encrucijada y son colores tuyos.

¡Miénteme!, ignórame, arrójame, golpéame con fuerza. Cuando menos mátame de noche, así ni los vagos ni los perros se darán cuenta de que estas bañada en sangre, en tu propia culpa. Suplico te alejes de una vez por todas, no me busques ni me hables. ¿Qué es lo que quieres esta vez? ¿Qué te siga como tantas veces? ¿Qué te vea embriagada entre risas imbéciles? Te digo no, estoy cansado de tu celo animal, alejada del deseo. No me voy, me quedo aquí, piérdete tú, ¡anda!, piérdete tú. ¿Cuántas veces te has dicho atrapada en prisiones ataviadas de recuerdos? ¿Realmente quieres camine a tu lado? No te siento sincera.

Púdrete en tus fáciles caminos, se violencia como el sexo sin amor, termina andando a cuatro patas bebiendo de charcos turbios lo que otros dejaron para las bestias que vienen atrás. Cuando hayas saciado tu sed, sigue andando, arrastrándote quizá. Manos huesudas te levantarán maltrecha y jalando con fuerza del pelo te fornicaran hasta morir más de una vez. Cuando creas no resistir más, volverán a desgarrar tu interior.

No digas que me quieres, no es cierto, desbordó el agua en las palabras de tu boca. ¡Anda! finge desangrarte, lágrimas, morir si a tu lado no me encuentro. ¡Chinga tu madre! No deseo tus manos, nada tienes, eres roca en precipicio, hierba quemada… el no anhelo.

Me deshago de ti finalmente, ni una palabra. El adios será distante, caminos nuestros sin coincidir. No guardo nada en el corazón, lo dejo sepultado a merced de los gusanos, en custodia de los olvidados, por supuestos fantasmas que pululan grises lápidas donde mi nombre no está grabado, tampoco el tuyo.

Hasta aquí…

Texto agregado el 19-02-2004, y leído por 154 visitantes. (0 votos)


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