Te he amado por casi cien años,
porque antes de conocerte
te ame.
Van muchas lunas en tu nombre,
muchas horas de daños.
Eres un poder excelso, pero hombre.
Te he esperado ya por tres vidas,
todas cortadas de abrupta manera.
Siempre juntos, siempre conectados;
los círculos de oro entrelazados.
Fuimos el otro, fuimos lluvia y viento,
somos agua y tiempo.
Hemos muerto besándonos,
he esperado verte venir;
van siete otoños en que no apareces,
van muchos abriles sin ti.
Oh alma maldita,
son seis veces que dices que no,
cuatro allá en Japón.
Te he buscado esta vez sin saberte
y llegue a tus labios de modo inconciente.
Las mismas manías de antaño,
por nosotros no pasan los años;
brazos en la cintura y rudas caricias en el cabello.
Hoy te tengo y otra vez muero,
hoy me hundo en el silencio,
hoy dejo de sentir por un segundo el fuego.
Será otra vida nueva para hallarte,
pasaran quinientos años y no podré olvidarte.
Aún me tienes, aún estoy,
ya no como dama, quizás como varón.
El circulo se encoje y con ello llegamos al punto
donde ninguno se irá.
Serán tus manos las de princesa y mis cansados pies,
esta vez se cerrará el destino.
No lloraremos,
no nos habremos ido,
juntos soñaremos.
En la luna, en el mar,
nacidos de cenizas
y vueltos para pelear.
Toma mis manos y vayamos al fin,
a volar en el cielo carmesí.
Hoy los anillos serán uno,
hoy las almas se fundirán.
hoy por fin el tiempo de los dos es uno,
hoy por fin acabó.
Somos aire y universo, somos lo mismo que el inexistente dios.
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